OPINIóN
Actualizado 16/10/2016
Quintín García

Quizás / tan alto no llegue mi resuello / ni la estatura de mi ebre. Ni alcance / a dar alcance, Teresa, a la paloma / de tus vuelos.

Carne embriagada, Teresa,

en mosto de granados y de salvias

que asciende hasta la Séptima

Morada y rompe

las barreras y límites, los bordes

de esta raza nuestra

de cárceles y barro: ingrávida

torre de Babel tu carne

que toca el cielo ?¿cómo decirlo??

con sus dedos de adobe

como los míos. Y se asusta

pero vence el vértigo

de una caída libre

tiritando de luz

hasta el íntimo, terrenal

territorio del cuerpo:

glori cación

del barro y de sus ojos

transcendidos.

Como aquel

viejo Apolo que holló

las ligeras costuras de la Luna

y sus enigmas

al nal de los sesenta

y regresó con la armadura

vestida de mirtos

y laureles.

Y los labios lacerados

de nueva

y más clara luz,

como mudo profeta

enceguecido ante la zarza-

Quizás

tan alto no llegue mi resuello

ni la estatura de mi ebre. Ni alcance

a dar alcance, Teresa, a la paloma

de tus vuelos. Pero ¡vuelo!,

aunque prendido en los últimos

destellos de tu estela.

Y deslumbrado

y niño.

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