Celebro el Nobel para Bob Dylan
Nuevos vientos corren para las letras, pues ahora, más que nunca, parecen que están escritas en el aire, amigo virtual y de virtud, con estos medios que nos gastamos.
Él mismo tomó su nombre de un poeta, Dylan Thomas, de inefables y bellos poemas que recitaba sus aires como nadie.
Me alegra, pues en nuestros tiempos los mejores versos nos han entrado, casi siempre, con una voz desgarrada, una soledad de cigarrillos, una multitud en un bar querido, unas cervezas tomadas como del Santo Grial, y en muchas tardes juveniles de huracanes vitales y resacas por aspirar a ser más y mejores.
Tal vez los siguientes sean Leonard Cohen, Bruce Springsteen o nuestros Joaquín Sabina, Luis Eduardo Aute, Pablo Guerrero, Amancio Prada o Joan Manuel Serrat...Por qué no.
Pero en fin, quién sabe en dónde se pararán las siguientes piedras rodantes de los laureles de Estocolmo.