OPINIóN
Actualizado 13/10/2016

Tic tac, cada minuto de nuestra vida está perfectamente planificado, diseñado. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, vivimos en un frenesí constante que resulta agotador y devastador no solo para el cuerpo, sino también para la mente.

Mucha de la ansiedad existente hoy en día viene causada por el auge de las nuevas tecnologías, como por ejemplo, los smartphones. Queramos o no, nos pasamos conectados las veinticuatro horas del día, dando por sentada una disponibilidad absoluta, que se puede resumir en la falsa (y exasperante) necesidad de responder al momento, de enterarnos de la última noticia antes que nadie, de compartir todo lo que pasa en nuestras vidas. Porque ahora, la privacidad se ha convertido en una quimera.

Y mientras nos encontramos absortos en nuestras pantallas, pretendemos llevar a cabo el resto de acciones con normalidad. De este modo surgen estampas dignas de un capítulo de Black Mirror, como ver a un grupo de amigos, o lo que es peor, a una pareja, sentados en la terraza de un bar, inmersos en la actividad de sus teléfonos y prestándose atención de forma intermitente. De esta manera piensan que están aprovechando el tiempo al máximo, que pueden hacer varias cosas a la vez sin perder ni un ápice de la información a su alrededor. Nada más lejos de la verdad.

La verdadera atención nace de la concentración, que incluye, sí o sí, abandonar cualquier otro estímulo y, por tanto, cualquier otra actividad. Ese es el tiempo bien rentabilizado, el que da frutos. Pero hoy en día esto es algo impensable, porque nuestra vida consta de un número determinado de minutos que debemos repartir metódicamente, y ni se nos ocurra perder uno solo.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >La sociedad del tiempo