EDUCACIóN
Actualizado 11/10/2016
Higinio Mirón

CCOO señala que la la merma de los centros públicos hay buscarla en la falta de recursos económicos para estudiar

La universidad publica ha perdido más de cien mil alumnos (101.429) en los últimos cuatro años, más del 7% de los que tenía matriculados en el curso iniciado en el curso 2011/12. El punto de inflexión se produjo en 2012, cuando los centros oficiales de enseñanza superior pasaron de aumentar durante años un 2,5% de estudiantes por ejercicio a caer de golpe 27.000 matriculados, un 2%, descenso que se ha mantenido e incluso agravado hasta el curso finalizado en junio pasado.

La explicación oficial, la que baraja el Ministerio de Educación y algunas comunidades autónomas, es que el notable descenso de matriculados se debe a la caída continua del número de jóvenes de entre 18 y 24 años en España, los que están en edad de cursar estudios superiores, pero la federación de Educación de CC OO ha elaborado un informe en el que defiende que esa es solo una parte de los motivos.

El resto, en opinión del sindicato, hay que buscarlo en el importante aumento de las tasas de matriculación que el Gobierno permitió a las universidades públicas en 2012 y en la insuficiencia desde el mismo año de las becas y ayudas de estudio, que habrían impedido a muchas personas llegar o seguir en la universidad en una etapa de crisis económica. El sindicato calcula que las tasas públicas de primera matrícula han crecido de media desde entonces en un 32%, dependiendo de las autonomías, y que de 2011 a 2015 el presupuesto de becas se redujo en un 12,5% y se endurecieron las exigencias académicas para conseguirlas.

Los argumentos de CC OO para defender que el mero cambio demográfico no justifica por sí solo la debacle de matriculaciones son tres. El primero indica que el descenso pronunciado del número de jóvenes de 18 a 24 años ya se inició en 2008, con caídas de hasta el 3% anual, y, sin embargo, entre ese curso y el de 2012 las universidades públicas no dejaron de llenarse, con crecimientos próximos al 2,5% anual y con un incremento de 96.212 alumnos en el cuatrienio. Es decir, en el período previo a los recortes educativos hubo menos jóvenes y muchas más matriculaciones.

En segundo lugar, el análisis admite que en los primeros dos años del último cuatrienio el efecto demográfico pudo tener algo más de peso, ya que los descensos de matriculación fueron inferiores a las reducciones de jóvenes, pero no así en los cursos que concluyeron en 2015 y 2016, cuando los centros públicos perdieron 56.000 alumnos con las caídas de población más suaves.

La demografía no puede explicar por sí sola el retroceso, indican en tercer lugar, porque al tiempo que los centros públicos se dejaban 100.000 alumnos las universidades privadas aumentaron sus matriculaciones cada año, con un crecimiento de un 12,3% y 24.829 estudiantes desde 2012. El responsable de universidades de CC OO, Julio Serrano, ve en esta contradicción la prueba de que buena parte de la explicación de la merma de los centros públicos hay buscarla en la falta de recursos económicos para estudiar. Para ello recuerda la diferente extracción social de los alumnos de unos y otros centros con datos de 2014. El 56% de los padres de los alumnos que ingresan en las privadas son directores, gerentes, técnicos, profesionales o intelectuales, frente al 27% de la pública. En cambio, los hijos de trabajadores no cualificados o parados solo van a la privada en un 5%, mientras que en la pública representan el 19%.

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