La procesión del Rosario volvió a llenar las calles de Salamanca de pasión y Pasión en el mes de octubre, celebrando los ocho siglos de Los Dominicos en la capital charra paseando a su Madre y llevando sobre los hombros a Jesús de la Redención.
Y a principios de otoño surgió la primavera. En mitad de ese jardín de piedras doradas llamado Salamanca creció una rosa con aroma de incienso. Una rosa que es una Madre, una Madre de nombre Rosario, caminando entre miradas charras, viendo en la lejanía como la mano del hijo al que sigue se levanta para bendecir a toda la ciudad del Tormes, mientras avanza hacia las sombras, allí donde Jesús espera a Jesús.
Alejandro López Redondo