OPINIóN
Actualizado 09/10/2016
Carlos Javier Salgado Fuentes

La actualidad política española suma ya más de una semana sacudida por la crisis interna que ha azotado al PSOE, cuyas luchas fratricidas han salido a la luz pública y amenazan con llevarse por delante la propia existencia de este partido como actor político importante.

La razón oficial que se ha presentado para el 'choque de trenes' entre pedristas y susanistas es la posición del partido, acerca de dejar gobernar al PP o intentar formar un gobierno alternativo a éste, aunque parece evidente que hay muchas más razones detrás de esta razón oficial, incluyendo posibles inquinas personales.

El 'cisma' del PSOE se inició, tras unas declaraciones envenenadas de Felipe González, con la dimisión de diecisiete miembros de la ejecutiva del partido. Este hecho originó que se pidiese la cabeza de Pedro Sánchez, por haber abandonado su ejecutiva más de la mitad de los miembros de la misma (también la había abandonado aunque por fallecimiento por ejemplo Pedro Zerolo).

Finalmente, la reunión del Comité Federal del PSOE reunido de urgencia, acabó con la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general de este partido. Este hecho, que podría haber puesto punto final a la crisis, sin embargo, resultó una herida mal cerrada, pues parte de las bases del PSOE se reunieron durante todo el día en apoyo de Sánchez frente a la sede central de esta formación en la madrileña calle Ferraz.

De esta manera, la división interna del PSOE sigue en liza, y seguimos asistiendo a declaraciones contradictorias de sus miembros respecto a la cuestión de la investidura. El partido no tiene aún una postura clara sobre qué hacer, y en el seno del grupo parlamentario socialista los acuerdos parecen más difíciles que nunca.

En todo caso, una vez apartado Pedro Sánchez de la secretaría general, todo parece indicar que la posición final del PSOE será la de abstenerse para favorecer que Mariano Rajoy pueda volver a ser investido presidente del Gobierno.

No obstante, el 'papelón' que se le avecina al PSOE tome la decisión que tome va a ser muy complicado de gestionar. Y es que, se decante hacia un lado u otro, parece claro que perderá buena parte de su electorado. Esto favorecería que pudiese darse el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE, que ya estuvo cerca de darse en las pasadas elecciones.

Asimismo, otro problema a gestionar por el PSOE será si va a seguir vigente el acuerdo con el PSC como socio en Cataluña, pues algunas voces del PSC ya han apuntado a la posibilidad de romper el acuerdo con el PSOE si posibilitan la investidura de Rajoy sin haber intentado antes un gobierno de izquierdas.

El PSOE hace aguas, y con él buena parte del sistema político español tal y como lo conocemos. Se da por hecho que el PSOE perderá bastantes votos en futuras citas electorales, pero es imposible de cuantificar cuántos apoyos perderá y si este hecho le puede trasladar a la irrelevancia política como le ocurrió al PASOK en Grecia. Veremos qué final depara el tiempo a este 'cisma'.

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