Imagen y textos: Carlos Blanco
El "envoltorio" prometía. La tarde anterior al primero de julio, cincuenta y dos futuras "trompetas florales" estaban a punto de reventar para deleite de la vista. ¡Nada menos que cincuenta y dos!
Ese era el envoltorio del regalo que me aguardaría a la mañana siguiente. Explosionaron de madrugada y ahora, al frescor de la sombra de la mañana, se me mostraban con su color rosáceo, sus formas estrelladas y espectaculares.
Tenía ante mí un ejemplar de Echinopsis multiplex florecido como nunca hubiera imaginado. Fiel a la cita, como cada año desde hace décadas, anunciando el comienzo del verano y alargándose, esporádicamente, por todos sus meses. Solo serían veinticuatro escasas horas* de suma belleza. Hoy amaneció así para alegrar mi día.
"Muestra sus galas
que entre espinas aguardan
para la fiesta".
¡Menudo regalo! Era mi cumpleaños aunque, bien mirado, el mejor regalo es la vida. Luego, todo lo demás ?pensé. Pero, ¿acaso la vida no es poco más que veinticuatro horas?
(*) La flor del Echinopsis multiplex solo puede admirarse durante unas horas, no más de las citadas. Evitando la exposición directa a los rayos solares puede alargarse alguna hora más.