OPINIóN
Actualizado 03/10/2016

Desde mediados del siglo XX el modelo biomédico ha basado su intervención en la utilización de fármacos porque los mayores progresos asociados a la curación de las enfermedades y a la Medicina se han debido a los ensayos clínicos sobre medicamentos. Esto es una realidad; pero existen otras no tan positivas como son la medicalización de la vida, todo se intenta resolver o paliar con medicamentos y, sobretodo, existe una gran frecuencia en automedicarse. Es decir, utilizar los medicamentos por iniciativa propia y sin haber recibido un asesoramiento y/o prescripción por parte de un médico. Nuestro país es de los países europeos donde se consumen más medicamentos mediante Automedicación. El arsenal de fármacos que se utilizan es muy variado; pero lógicamente predominan aquellos que supuestamente mejoran el Bienestar y la Calidad de Vida. Por eso se consumen excesivos analgésicos-antiinflamatorios, antitusígenos, protectores gástricos, antiácidos, laxantes, ansiolíticos, tranquilizantes, suplementos vitamínicos y/o minerales, antibióticos, antigripales, etc. Todos ellos se pueden encuadrar se encuadran en la denominada terapia del bienestar porque se toman ante molestias leves y de manera habitual y diariamente e incluso antes de que aparezca el malestar, el dolor de cabeza o de espalda, el nerviosismo, la intranquilidad, etc. Es decir, por si acaso. Además, las encuestas sobre automedicación indican que los medicamentos son ingeridos en más ocasiones por los ciudadanos que refieren tener buen estado de Salud y creen no necesitar ir al médico. Pero no conviene olvidar que los medicamentos que no necesitan receta médica, las denominadas Especialidades Farmacéuticas Publicitarias (EFP), no están exentas de riesgos y pueden ocasionar efectos secundarios en determinadas situaciones. Hablamos de automedicación cuando el consumo de medicamentos se hace por decisión propia, tanto de las EFP como de medicamentos que deben consumirse con control médico y, por tanto, sólo con prescripción médica.

También existe la Automedicación responsable que consiste hacer consciente, competente y prudente a los ciudadanos para que tomen parte activa en el proceso asistencial y puedan decidir sobre su Salud y sus Autocuidados. Esto conlleva un ahorro al sistema sanitario al reducir consultas y recursos. La automedicación responsable sirve para resolver problemas leves sin utilización innecesaria de los recursos sanitarios. Además, mejora la autonomía del paciente sobre la gestión de su Salud. También conviene ser conscientes que si se hace Automedicación ante enfermedades crónicas conocidas se debe tener presente que si no se produce mejoría se debe consultar al médico de familia de su Centro de Salud.

La principal herramienta para llevar a cabo una Automedicación responsable es la Educación Sanitaria (ES) del paciente que debe ser realizada por los médic@s y enfermer@s de la Atención Primaria. En mi opinión, la falta de ES es uno de los mayores déficits de nuestro buen sistema sanitario por la escasa importancia que se la ha dado cuando se trata del determinante más importante para la Salud del individuo y para la colectiva. Los ciudadanos no tienen culpa de que ésta no haya existido entre el arsenal preventivo-terapéutico de la cartera de servicios del SNS. Porque es más fácil hacer lo de siempre, prescribir medicamentos que educar. Actualmente, algunos creen que con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) lo van a conseguir, excusa para seguir haciendo lo de siempre sin afrontar el problema real, dedicar más tiempo al paciente y educarlo.

En mi opinión, una automedicación responsable puede hacer que los pacientes se hagan más responsables de su Salud y participen más activamente en el proceso asistencial y en los Autocuidados que forman parte de un estilo de vida saludable.

JAMCA

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