OPINIóN
Actualizado 03/10/2016
Redacción

Hay gente muy pagada de sí misma. Sombras que miran de un modo displicente y alzan sus ojos turbios al infinito para absorber toda su oscuridad. Para esa gente altiva no eres nadie, ni una pequeña hormiga o la migaja que picotea en el suelo un gorrión. Se creen esbeltos chopos o eucaliptos, sublimes rascacielos, catedrales; pero no llegan siquiera a ser arañas: son tristes escarabajos peloteros que andan rodando a diario por la tierra con su soberbia a cuestas; pobre gente que pasa por la vida sin saber su efímero destino: ser ceniza, grumo de estiércol, niebla golpeada un mediodía de invierno por el sol.

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