OPINIóN
Actualizado 28/09/2016
Redacción

No ha sido ni será "El topillo" quien especule sobre las circunstancias que rodearon el hecho constatado de que Rosa Valdeón condujo su vehículo el pasado 9 de septiembre triplicando la tasa de alcoholemia. Filtraciones e intoxicaciones aparte, así consta en el atípico atestado remitido por la Guardia Civil al Juzgado correspondiente. A partir de ahí, por una vez y sin que sirva de precedente, el que suscribe está plenamente de acuerdo con lo afirmado por su sucesor en la vicepresidencia de la Junta, José Antonio de Santiago-Juárez, en el sentido de que la concreción de las responsabilidades políticas asumidas por Valdeón constituye cuestión del todo opinable. Faltaría más.

En opinión del que suscribe, la ex vicepresidenta fue consecuente consigo misma al dimitir de sus cargos en la Junta e incurre en una absoluta incoherencia al aferrarse a su escaño de procuradora, con el agravante de afrontar como aforada un procedimiento penal originado en su ámbito privado. Pero no es eso lo que motiva este comentario, sino los torticeros argumentos vertidos en su defensa por De Santiago Juárez en el sesudo artículo publicado ayer en el diario de cabecera del herrerismo, no en vano rebautizado aquí como "L'Osservatore herreriano".

La "deformación catatímica" confesada por su autor no puede amparar lo que por otra parte ha sido siempre habitual en el ahora vicepresidente: Insultar la inteligencia ajena, tomándonos a todos los demás por completos imbéciles. Solo así puede sostenerse -para mayor inri, invocando la psiquiatría forense- que el estrés o la escasa alimentación pueden disparar el índice de alcoholemia.

Pero lo anterior no pasa de ser una chusquedad al lado del desparpajo con el que De Santiago-Juárez exige responsabilidades a los profesionales de la información que podrían haber publicado noticias no veraces sobre el caso. No será tampoco "El topillo" el que disculpe ninguna información falsa, pero clama al cielo que sea el nuevo vicepresidente quien lamente la falta de ética periodística Precisamente él, el político que, valiéndose del uso discrecional, por no decir arbitrario, de la chequera mediática de la Junta, más daño ha causado a la libertad de información en esta comunidad autónoma. Basta recordar la ominosa ocultación informativa de aquel renuncio en el que él mismo fue cazado al utilizar su coche oficial dela Junta para fines estrictamente privados.

Y una última consideración en torno a Rosa Valdeón. No sé si es peor tener enemigos como los que ella tiene dentro de su propio partido o que le declare su amistad alguien como De Santiago-Juárez. Ella sabrá.

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