OPINIóN
Actualizado 24/09/2016
Fructuoso Mangas

El panorama es desolador.

Y al ser público y notorio resulta todavía más impresionante. Tantos años y siglos de crecimiento mental, tantas palabras para crear dignidad, tantas vueltas para dar con la fórmula adecuada para que el pueblo tenga el poder y el control y ahora resulta que a la vista de todos y, en el colmo de la deshonestidad pública, día tras día abren telediarios y encabezan titulares con gestos y palabras totalmente opuestos a lo que sería una gestión abierta y humana de la cosa pública.

Me refiero a los altos políticos que desde la cima de los partidos ningunean a la gente, andan a lo suyo, callan si les conviene a sus partidos o a parte de sus partidos, dicen lo que les parece ventajoso y tonto el que se lo crea, se acusan para desgastarse, falsifican su verdad para colocarla mejor, se airean unos contra otros en modo cinismo sus vergüenzas y suciedades, prostituyen palabras y promesas, ponen colorines a sus mentiras para que parezcan verdades, consienten y protegen malversaciones y avaricias sin límite. Hasta el punto de que esta trama oscura y sucia se ha hecho natural y casi de curso legal en nuestra política. No afecta a todos por igual, pero afecta a todos.

Releyendo estos días, por alusiones y parecidos, a Maquiavelo, encontré esta confesión que como consejo político dicta en esta carta:"... yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla." Carta al poderoso político florentino Francesco Guicciardini en mayo de 1521. Dan que pensar estas palabras al ver y oír los vaivenes y los dichos y desmentidos de buena parte de los políticos y adivinar la tramoya que hábilmente les acompaña en su escenario.

Por el contrario hay que destacar el trabajo y la dedicación de mucha gente, con carné de partido también, entregada al bien común con esfuerzo grande y mucha generosidad. A estos habría que encumbrarlos, ¡sin echarlos a perder!, y a los otros ponerlos con lo puesto en la calle. En estos políticos pensaba el papa Francisco cuando escribía "¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo?, políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de la gente" (EG 205)

Por eso, ¡a la calle! con losotros? Después de meses y meses de nada de nada no han hecho su trabajo, por eso a la calle, despedidos por incumplimiento de contrato, sin paga y sin derecho a la vuelta. Y costeando ellos y sus partidos las terceras elecciones para que la gente no quede, como se suele decir en casos así, además de cornuda, apaleada. Incluso podría argumentarse una sustanciosa multa por daños a la empresa, al país, a la patria; sería lo que se llama "lesa patria", la patria ha resultado herida y perjudicada y exige, cuando menos, una compensación por daños recibidos. Claro que hasta esto tan simple no sería posible en un espacio como el nuestro donde Montesquieu ya no está hace años y la ley y el poder andan estrechamente fundidos y confundidos. Así ya se puede, claro.

Sigo pidiendo que los grandes jefes se vayan a la calle y a la vista de lo que han hecho y deshecho merecerían irse con el simple paro y con la Seguridad social por un año. Si hay alguna manifestación en este sentido yo me sumo y hasta llevo pancarta. El que lo sepa que me avise.

Y a pesar de estos pesos pesados de la política que parecen hundirlo todo en sus juegos de poder con sus cubiletes de votos, es posible una política honesta a medida del ciudadano, y el futuro depende que aparezcan ya y actúen cuanto antes. Se lo decía el papa Francisco a los políticos brasileños: "El futuro exige hoy la tarea de rehabilitar la política".

Puede haber una autovía más o dos fábricas menos, los gestores políticos y económicos tendrán que mirarlo bien; pero lo alto y profundo de la vida, los valores que conforman el nervio de un pueblo, las razones para compartir con esperanza un proyecto común? y muchas cosas como éstas sólo nos serán posibles con otra clase de políticos.

No sé de dónde ni cómo van a salir esos nuevos políticos, pero como primer paso inevitable y urgente, estos ¡a la calle! Y cuanto antes, porque es sabido que por la calle de Después se llega a la calle de Nunca? Y así, vuelta a empezar.

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