OPINIóN
Actualizado 22/09/2016

En un artículo anterior ya os hablé de las sensaciones que tenemos al escuchar música. Considero que este campo es muy interesante y he decidido profundizar un poco más en este tema.

En esta ocasión voy a habar de una herramienta que puede ser muy útil a la hora de determinar si una pieza musical que hemos compuesto tiene el impacto emocional que consideramos que tiene que tener. Para ello es interesante la observación.

Con ella vamos a poder estudiar las respuestas cinestésicas o kinestésicas de los que escuchan nuestro tema.

La kinestesia es el estudio del movimiento del cuerpo humano. Como podréis imaginar la más evidente con la música es el baile, pero quien más y quien menos al escuchar música baila, da palmas o chasquea los dedos. Esa respuesta cinestésica no nos resulta de gran utilidad en un entorno festivo, pero quizá sí lo sean los detalles más sutiles, cuando son involuntarios, como el movimiento de cabeza o el seguimiento del ritmo con el pie.

Todo esto significa que el movimiento viene provocado por la emoción que nos transmite la música, si no obtenemos esta respuesta involuntaria, cuando mostramos nuestros temas a los demás, hay trabajo por hacer.

Pero todo esto podemos observarlo de manera reiterada cuando las personas están escuchando esa música otra vez, es decir, que ya no es nueva para ellos. Si aun así se mueven, podemos considerar que el trabajo está bien hecho (aunque siempre pensemos que es mejorable).

Pero existen unas señales cinestésicas totales. Esas son las que todos quisiéramos conseguir tema tras tema. Son las que consiguen producir en el oyente escalofríos, la piel de gallina, y en casos más extremos que el oyente ría o llore. Cuando como creadores de música conseguimos esto, podemos pensar que con gran probabilidad tenemos una carrera por delante.

Es maravilloso (aunque en un primer momento un tanto incómodo) ver que cuando haces música, estás transmitiendo una experiencia, un pensamiento o una ilusión a unos oyentes que puedes conocer más o menos. Cuando el tema es emotivo, ya sea por su musicalidad o por el contenido de la letra, y hace surgir las lágrimas de los ojos de quien las escucha, o sacarles una sonrisa, (o si el tema es en clave de humor, incluso una carcajada), eso algo muy positivo.

Más allá de estas señales, existen otras que son muchísimo más sutiles, que apenas se perciben sin una observación exhaustiva porque tienen que ver con la disminución o el aumento de la respiración o de la frecuencia cardíaca.

Es un experimento interesante observaros a vosotros mismos cuando escuchéis música. Si sentís alguno de estos síntomas significa que la música está haciendo el efecto deseado en vosotros.

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