Artículo de Francisco Javier Herrero Polo. Corrdinador provincial de IU y colaborador en la Biblioteca Popular Giner de los Ríos.
El próximo año se cumplirán ya diez años, diez, de la llamada crisis. Para algunas personas, en cuyo pensamiento me circunscribo, ese relato es una Historia falseada, simplificada, de construcción de un nuevo paradigma de relaciones sociales, laborales y económicas.
No voy a hablar aquí de las diferentes alternativas o alternancias, para nada simétricas y circunscriptas a los diferentes partidos políticos y sindicatos, que ha planteado a la misma la Política de "lo grande", la política institucional o institucionalizada.
Pretendo llevar la luz a un fenómeno que considero de gran interés como ejemplo de algo a desarrollar, la recuperación de la iniciativa política por parte de las gentes de a pie, las gentes de las "periferias", bonita palabra de moda entre los politólogos, economistas y demás, que no deja de esconder lo que personas como yo siempre llamaremos barrios y pueblos.
No se puede pretender enarbolar un discurso de "recuperación de la política para el pueblo, de servicios para el pueblo, de derechos para el pueblo", sin plantearse apoyar, con espíritu crítico, las iniciativas de construcción colectiva que surjan de los mismos, en base a soluciones, a problemáticas concretas, que sufren por abandono institucional, en el día a día de dichos lugares, de dichos barrios y pueblos.
Es en esta línea en la que considero de vital importancia el conocer y apoyar proyectos sociales de construcción de barrio como la Biblioteca Popular Giner de los Ríos, una experiencia colectiva de personas del barrio san josé, o en contacto con el mismo, que surge ante un problema concreto, la desaparición del servicio de bibliotecas en la margen izquierda del río Tormes. Ante dicha situación, varios vecinos, integrantes de plataformas y movimientos sociales, hicieron un llamado y plantearon una solución, si el Estado, en sus diferentes niveles, incluído el de las Fundaciones, no cumplía con su deber para con el pueblo, ellos lo harían.
Dicha experiencia ha experimentado, y sigue experimentando, grandes altibajos, gentes que llegan, gentes que se van, algunas personas que llegan con una idea muy concreta y no son capaces de asumir la diferencia, no crucial, con su idea preconcebida de "lo que debe ser el espacio", incomprensión por parte de otras personas, hostilidad velada por la de algunas instituciones, etc... sin embargo, para todas las personas que nos hemos acercado con ánimo de aprender, colaborar, escuchar y aportar a la misma, queda clara una cosa, su propia existencia, con todos esos problemas, con todos sus logros, hoy día es una referencia para la infancia del barrio, es una prueba de ÉXITO del proyecto original, con sus lógicas transformaciones, pero con una cosa muy clara en sus objetivos, ser un lugar de socialización a través de la cultura, de la literatura y una serie de servicios entre gentes vinculadas al barrio.
Solamente atendiendo a estas iniciativas, apoyándolas en la medida de lo posible, sin tratar de cooptarlas o dirigirlas, será que aquellas personas y organizaciones que planteamos un cambio de modelo en las relaciones económicas, sociales y productivas podremos afrontar dicho proyecto sin que suene a mera palabrería hueca, y sobretodo, sin repetir esquemas y vicios pasados que nos alejan de dicho objetivo.
En la imagen, cedida por el autor, huerto urbano en la Biblioteca Giner de los Ríos