OPINIóN
Actualizado 19/09/2016
Lorenzo M. Bujosa Vadell

Cuando era pequeño me mondaba con la escena de Muñoz Seca en la que se hace un chiste con esa marca tradicional de jabón envuelto en papel amarillo, que era la que entonces utilizábamos en casa -como en casi todas, supongo. Me acordé de esa hilarante astracanada nada más regresar de una tanda de viajes más allá del Atlántico.

No es que desde América no se siga la realidad española. Es todo lo contrario. Los amigos preguntan, con media sonrisa: "¿Qué le pasa a la madre patria, que no consigue formar gobierno?". Pero uno está a cien cosas, por mucho que trate de seguir las noticias a distancia, y así relativiza mucho las cosas.

Es cuando vuelve que se enfrenta uno con lo que en su fuero interno ya sospechaba. Que estamos en las mismas. O peor. La sorprendente incapacidad de nuestros políticos para pensar en el bien común ?salvo honradas excepciones; las luchas por el poder de quien no está en él, y también de quién teme ser desalojado; la incesante aparición de casos y casos de corrupción; los indicios de que esas intenciones de regeneración eran simples anzuelos para lo que en su día convenga al que consiga asentarse en un buen puesto?

Pues sí, henos aquí ?de Pravia- para comprobar que la situación política en nada ha mejorado. Que los cuatro grandes siguen en sus trece sin tratar de hacer nada para superar el bloqueo. ¿O sí? Dejémoslo en unas pocas imágenes ?alguna de ellas en plasma.

Editorial del periódico El País -que ya no es lo que fue, pero aún sigue teniendo su parcela de auctoritas- en el que conmina a los cuatro mayores líderes a dejarlo si no se consigue llegar a algún tipo de acuerdo para constituir algo parecido a un gobierno. No hay señales de que estemos en ese camino: ni en el de conseguir gobierno, salvo que lo lleven muy bien escondido, ni en el de renunciar si no se consigue.

Affaire Valdeón, en que todo apunta en que se ha cortado por lo sano, por refriegas internas. Llama la atención ?como dirían las terceras de algunos periódicos de provincias- que la sección más crítica parece haber sido la de la propia provincia de la protagonista.

Affaire Barberá, en que se plantean varias cosas interesantes. En mi modesta opinión por los menos las siguientes: La utilización de las instituciones escasamente útiles ?digámoslo con benevolencia- para aparcamiento de dinosaurios; la masiva vulneración de las normas de manejo de dineros públicos o similares ?en grado de apariencia, que por supuesto habrá de demostrarse en su caso-; la devolución de favores políticos; la prisa de los que quieren mostrar que no todo el monte es lodazal; la aplicación fraudulenta de los aforamientos constitucionales y hasta la perspectiva que más me sorprende de todas ?si cabe-, es decir, que al común de los electores parece darle lo mismo la corrupción y los corruptos, y que si sigue habiendo elecciones vamos camino de una nueva mayoría absoluta.

Affaire EREs andaluces, en el que se dan muestras de los peores tópicos mediterráneos. Lo que nos faltaba para mostrarnos con algo de dignidad en Europa ante los nórdicos luteranos, o ante los antieuropeístas de Visegrado, por poner unos pocos ejemplos. Y ya que hablamos del PSOE, pues qué vamos a decir de ese debate entre morir y perder la vida en que se encuentra, con los oportunos aderezos de las monsergas de Felipe, o de algunos barones territoriales, que quieren todos ellos que gobierne el PP, con algunas voces discordantes como la limitada lideresa de mi tierra, a la que por ello mismo se oye poco ?y tal vez también porque tampoco tiene demasiados argumentos de peso-.

Y Albertito Rivera -a quien todavía estoy viendo por las calles de Salamanca, cuando aún era estudiante, dispuesto a comerse el mundo- aparece como el mejor valorado, lo cual no debería tranquilizarle mucho si mira a su alrededor. La supuesta bisagra ha perdido fuelle y ha seguido mostrando indicios de una demasiado rápida expansión en la que se han metido tirios y troyanos, aprovechando la ocasión.

Para completar el pequeño cuadro, tenemos a los de Podemos, que ya se veían cortando el bacalao y dando órdenes a los mismísimos socialistas y que están saliendo aún de la estupefacción de ver que ninguna de las encuestas era la verdadera, y que, como perdedores entre perdedores, dan la sensación de espejismo y de desorganización.

Pero los grandes desastres anunciados todavía no se han cumplido. Será la inercia, pero el PIB sigue subiendo; nadie nos amenaza con leyes infumables; el gobierno en funciones sigue incontrolado, pero ya nos estamos acostumbrando a ello; la Unión Europea sigue desmoronándose haya o no haya ejecutivo? En definitiva, tampoco hay por qué preocuparse tanto, aunque así terminaremos todos siendo unos anarquistas convencidos.

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