FERIA DE SALAMANCA
Actualizado 16/09/2016
Ana Pedrero

"Cuando el 21 se cierren las puertas de La Glorieta, juntos descontaremos el tiempo hasta que regrese la Mariseca a coronar el Ayuntamiento"

ANA PEDRERO

A falta de la de rejones de San Mateo, culmina una feria de Salamanca en la que un año más el otoño se posó por sorpresa en los tendidos de La Glorieta en un septiembre loco que nos dejó frío y calor a partes iguales, ausencias y reencuentros, decepciones y una tarde histórica que difícilmente olvidaremos quienes allí estuvimos.

Regresar cada año a Salamanca en septiembre es regresar a la vida, desandar los caminos de tantas emociones, de tantas cosas, de tantas personas que han ido modelando mi propio camino, mi propia vida. Los que ya no están, los nuevos que se van incorporando para hacerse un hueco para siempre, los que un día fueron y hoy son como desconocidos, los que comparten tendidos, alegrías y dolores hombro con hombro, los que se asoman cada día a una pequeña ventana de internet y me despiertan la sonrisa. Todo ese entramado humano que recrea en La Glorieta el ciclo de la vida, ese ciclo donde se enmaca de forma mágica el toreo.

Cerramos feria con el regreso a la vida de un torero de acero con madera de Castaño; la incomprensible ausencia de Gallo, el torero con más clase que tiene Salamanca; con la alegría de un Perera que borró en vertical el gravísimo percance del año pasado; con el cántico a la vida de Higuero, un torazo eterno de Justo Hernández que volvió al campo, y de Juan del Álamo, que tuvo la suerte de encontrárselo frente a frente; el magisterio de Ponce; el poema de bravura de un toro de García Jiménez y un gran Montalvo, con la gracia de Morante descendida a la tierra, la raza del Juli, la promesa de los novilleros de la tierra, el cántico de esperanza de los pequeños de la Escuela, las ráfagas de verdad de Ureña, que no pudo romperse del todo; las voces amigas en las ondas; el micro azul de Verónica, los disparos sin balas desde las cámaras del callejón, las apreturas en las tardes de frío para poner calor humano allá donde el aire nos traía ecos de nieve prematura.

Cerramos feria y Salamanca vuelve a la rutina de cada día, al silencio en los alrededores de La Glorieta y lleno de nadie en los tendidos y el patio de cuadrillas; las noches sin cánticos en La Fresa, el Chinitas sin burladero, el de Gonzalo sin apreturas o la paz cotidiana en el Copa Viga, que es como el reloj de la plaza, allá donde quedan todas las almas solas que quieren encontrarse antes de ir a los toros.

Cerramos el teclado de 2016, las noches vaciando palabras frente a la pantalla, las miradas que todo lo dicen sin decir nada; la seguridad del burladero de los que te quieren, que es el más fuerte de los muros, la espera contra la madrugada del enlace para ver tus palabras lanzadas al viento en esta Salamanca RTV al Día que se está convirtiendo en una casa; el olor a café y a tertulia, los buenos deseos, los abrazos que no se dan, las cosas que no se dicen, el amor que me ata a esta Salamanca dorada con lazos invisibles cada vez más fuerte y más ciertos.

Gracias a todos los que lo habéis hecho posible, vosotros sabéis quienes sois. Cuando el 21 se cierren las puertas de La Glorieta, juntos descontaremos el tiempo hasta que regrese la Mariseca a coronar el Ayuntamiento para encontrarnos de nuevo como yonkies del misterio, a la espera del milagro, en las puertas de La Glorieta, a la sombra de bronce del Viti, Majestad peremne del toreo salmantino.

Gracias, Salamanca, por tus puertas siempre abiertas. Cómo no te voy a querer.

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