OPINIóN
Actualizado 15/09/2016
María García

Los contratos de alta dirección son cada vez más utilizados por los políticos en las diferentes administraciones públicas. Son puestos directivos, con altas remuneraciones y buenas indemnizaciones por despidos. La mayoría se contratan sin publicidad, concurrencia, mérito o capacidad. Al directivo solo se le exige docilidad ante el político de turno, pero en ningún caso responsabilidad por muchas equivocaciones que cometan, cuando es cesado se le busca otra salida laboral, y si es posible con más responsabilidad. Muchos de estos directivos, que son ajenos a la Administración, vienen de empresas privadas para introducir procesos de privatizaciones y utilizan sus puestos para conseguir plazas fijas en la administración. El ámbito sanitario no es ajeno ello, en nuestra comunidad tenemos ejemplos de todo tipo, desde directivos que han llegado sin experiencia y formación a la gestión y organización sanitaria hasta "expertos en gestión" encargados de desarrollar el programa electoral del partido de turno que entran y salen de la administración como si fuera su cortijo particular. En éstos contratos de libre designación impera la discrecionalidad política y se elaboran con los méritos del candidato y no con las necesidades del puesto que van a ocupar.

El Complejo Hospitalario de Salamanca ha sufrido demasiados cambios de gerentes (gobernando el mismo partido político) y estos vaivenes no han permito planificar una gestión responsable a medio y largo plazo. Cada equipo directivo impone sus objetivos y normas que normalmente están muy lejos de la realidad que viven los profesionales. También resulta difícil confiar en la gestión de algunos directivos de nuestro Complejo Hospitalario, que ya han sido revotados de otros hospitales y que repiten los mismos vicios, usos y costumbres provocando malestar y desconfianza entre profesionales y usuarios.

Es evidente que hay un gran distanciamiento entre la dirección y la mayoría de profesionales. EL ajuste de plantilla por debajo de los mínimos, a excepción de los cargos de dirección que se cubren al 100%, la falta de equilibrio en el reparto de recursos entre diferentes servicios, los constantes cambios de servicios y consultas, la falta de control en las listas de espera, el cierre de camas y la falta de coordinación entre la atención primaria y especializada, entre otros problemas, pone en tela de juicio la gestión de la actual dirección del Complejo Hospitalario.

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