Corren malos tiempos para los ciudadanos turcos, después de la sacudida ocurrida por un golpe militar abortado contra el Gobierno del islamista Moderado Erdogan, éste se ha apresurado a desvelar su verdadero proyecto político, acabar definitivamente con el Estado Laico de Mustafá Kemal Atarurk , el padre de la Turquia moderna y volver a la unión de la Religión musulmana y el Estado como había ocurrido desde la época de los Sultanes Otomanos.
Alguno de los problemas más importantes que condicionan la política turca han sido la propia historia del Imperio Otomano que unió al mundo musulmán desde el siglo XVI hasta finales del XIX , su papel intermediario entre Asia y Europa y finalmente su deseo de volver a recuperar dentro del mundo árabe un papel protagonista.
Si Gran Bretaña, España o Francia no cesan de recordar las glorias de su pasado imperial, también en Turquia el recuerdo del esplendor imperial cuando dominaban todo el Norte de África, Oriente Medio y parte de las islas del Mediterráneo, además de los Balcanes está todavía presente en la memoria de los ciudadanos turcos. De la misma manera que su desconfianza hacia las potencias occidentales (Francia y Gran Bretaña sobre todo, pero también Rusia) que apostaron en el marco de la decadencia del Imperio turco por apropiarse de partes de ese territorio(Egipto, Túnez, Argelia en el Norte de Africa), Libano, Palestina, Siria e Irak en Oriente Próximo.
De aquí que la política turca ha oscilado desde la aceptación del sistema capitalista y un cierto modelo político europeo, hasta el rechazo total de cualquier intento de occidentalización política.
Kemal Ataturk pretendió acercar el viejo imperio Otomano a Europa sobre la base del laicismo, la liberalización económica y el férreo control del poder político junto con un Partido único que confería a Ataturk y a las Fuerzas Armadas un papel central en la dirección política del país y todo ello con un lenguaje de "socialismo árabe" con el fin de atraerse a los sectores populares.
En un mundo dominado por el Islam que consagra la unión indisoluble de la religión u el Estado, la revolución de Ataturk supuso la aparición del primer nacionalismo árabe laico, modernizador del idioma y las costumbres ancestrales, continuado más tarde por personalidades como Gamal Abdel Nasser el líder de Egipto y sus colegas sirios e iraquíes.
Esta revolución laica tuvo enemigos desde sus inicios entre quienes opinaban que el Islam como religión es incompatible con la separación de la Iglesia y el Estado y que en contra de las modas occidentalizantes, los musulmanes debían "regenerar " el Islam volviendo al ejemplo de sus antepasados y realizando una lectura más estricta de los preceptos del Libro Sagrado, el Corán.
Como antecedente más inmediato de la oposición a las potencias occidentales se encuentra el wahhabismo, un movimiento reformista islamista que nace a comienzos del siglo XVIII y que pretende recuperar la pureza primitiva del Islam a partir de la estricta observancia del Corán y las tradiciones con una interpretación fuertemente puritana e intransigente. El proyecto wahhabista que incluye la reconquista de los territorios del antiguo Califato se haya ligado desde sus orígenes a la dinastía Sa'ud que gobiernan en la actualidad Arabia Saudita.
Existen por lo tanto dos proyectos de Panarabismo, uno laico que hoy en día prácticamente ha desaparecido y otro religioso, fundamentalista que intenta una nueva reconquista religiosa de acuerdo con los preceptos de la "guerra santa". No existe por lo tanto un Islamismo Moderado y otro Rigorista por el objetivo de todos ellos es volver a convertir la ley religiosa en el centro de la vida política.
Este movimiento de renovación religiosa, rigorista y fundamentalista es lo que conocemos hoy como "Islamismo", en realidad se trataría de un Neotradicionalismo Populista que pretende unir al mundo musulmán frente al desafío de Occidente presentado como decadente e inmoral.