OPINIóN
Actualizado 03/09/2016
José Ángel Torres Rechy

A Víctor & José Antonio

No se puede dejar de tener en cuenta el vasto territorio hispanoamericano a la hora de dirigir la mirada desde España al resto de Europa. Las diferentes sensibilidades nacionales, lejos de impedir la creación de vínculos, deben resultar una mina de la que se extraigan materiales invaluables. Nunca se podría hablar de una igualdad como meta del proyecto. No se buscaría enriquecer a una nación con los bienes materiales e inmateriales de las demás naciones. Resultaría más correcto, quizá, hablar de una semejanza de aspiraciones de cada país, que en última instancia buscaría la mejora social de los diferentes territorios, y que podría propiciarse mediante políticas exteriores. Esta colaboración fortalecería la presencia latinoamericana en una Península Ibérica necesitada de su apoyo para hacer frente a las exigencias de la Unión Europea y del mundo.

El bloque de la América latina dispone de condiciones favorables tanto para su interrelación como para su comunicación con España. La lengua castellana es afín a prácticamente la totalidad de su territorio. Cuenta con Academias e Institutos encargados de favorecer su promoción. Sus narrativas espirituales discurren por cauces no muy lejanos entre sí. Su historia, a partir del Descubrimiento y la Conquista y hasta las sucesivas Independencias, le proporciona una afinidad única. En el caso mexicano, la década de los treinta del siglo pasado fue decisiva en la afirmación del rumbo en la construcción de su identidad, cuando se vio enriquecido con la inmigración española. Un pensamiento económico, alimentado por vertientes educativas, artísticas y, en un sentido general, humanísticas, desembocó en una creación editorial con presencia no solo en México y Sudamérica, sino también en España. Esto no es más que una punta de ovillo para ilustrar los beneficios de la propuesta.

Es de todos conocida la intención de Sofía Corradi de propagar la beca de movilidad estudiantil Erasmus a América Latina. Podría constituirse en una plataforma para el fomento de la paz y la seguridad buscadas por Organizaciones como la ONU. Desde luego, a nivel mundial aquí se expone un mínimo estado de la cuestión, que necesariamente requiere una valoración con base en el papel jugado por Oriente. El cultivo de la conciencia en torno a la sensible realidad global en materia humana debe poner énfasis en la infancia y la juventud, con el favorecimiento de todos los medios para este fin.

El diseño institucional de las naciones no resulta ajeno a las necesidades del ser humano, quien se encuentra en la base del edificio del mundo. La juventud sería como el corazón del gran organismo, que unido a la experiencia de los mayores puede obrar el bien. Puede verse a la juventud como Latinoamérica, que acoplada a España podría proporcionar un buen suministro de vitalidad y de ideas nuevas para afirmar el ser de Occidente y entablar una relación afortunada con el resto del mundo.

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