Artículo de José Luis Sánchez. Coordinador Economía del Bien Común Salamanca
En otras ocasiones he escrito sobre qué es el movimiento de la Economía del Bien Común, dónde surge, los principios en los que se basa y cómo empezó a aplicarse en la política desde el pequeño municipio de Miranda de Azán. Esta vez quiero explicar por qué es necesario y por qué una idea sencilla, tan "de cajón", tan de sentido común (aunque ya se sabe lo que se dice de este sentido), se convierte en algo novedoso, idealista y un poco revolucionario.
Antes de seguir permítanme unas preguntas más: ¿Qué opinarían de alguien que estuviese constantemente desconfiando de todo y de todos? ¿Serían capaces de vivir así? Se crearía una situación insoportable, enfermiza, paranoica. Cuando se engaña se pierde la confianza y sin ella, todo vínculo de unión y colaboración se desvanece. Esa situación es en la que nos encontramos actualmente porque la política, y la economía, han perdido su significado. Han dejado de ser herramientas útiles para conseguir el bienestar general y se han convertido en armas de manipulación y control al servicio de una minoría oculta. Esta estrategia, que se remonta a la era de Reagan y Thatcher, pretende ensalzar el individualismo hasta alienar a la persona. Descontextualizarla, romper lazos sociales e intereses comunes para que la ciudadanía deje de ser un problema.
La imagen y la conciencia también es importante y la manipulación en estos campos es muy fina: desde incitar a la competitividad estableciendo calificaciones numéricas en primaria,buscando la excelencia y no la calidad, hasta feroces campañas publicitarias como la última de una compañía de telecomunicaciones española cuyo tema es: "Querer siempre más es lo que nos hace humanos. Conseguirlo, algo que nos hace felices,"como si fuésemos depredadoresinsaciables por consumir felicidad, cada vez más, a cualquier precio y coste pues, como dice otro anuncio "no tenemos sueños baratos" . Sutil manera de dejar de lado el amor, la salud, la amistad, el compromiso, el respeto? valores que por otro lado son gratis y que de verdad aportan identidad al género humano.
Les invito a hacer un pequeño experimento: pregunten a un niño o niña de menos de siete años qué quiere ser de mayor: tendremos las respuestas clásicas de algún personaje o algo que les llame la atención, que les guste. Pregunten a adolescentes y verán que la motivación para la mayoría será algo con lo que se gane dinero, mucho dinero ¿Qué ha pasado?
Nos están acostumbrando a cuantificar todo, a medir la eficacia y observar el mundo desde el prisma de la rentabilidad económica porque incluir otros factores sería peligroso para sus objetivos. Si las medidas derivadas de los recortes económicos las valorásemos por su rentabilidad dividido por el coste de sufrimiento humano provocado ¿se hubiesen atrevido a ejecutar todas ellas?
Por eso es importante cambiar el paradigma político y económico. Un cambio de conciencia y mentalidad que debe empezar por uno mismo. El dinero no debe ser el fin último de las cosas sino un medio para conseguir el bienestar propio y este pasa, indisolublemente, por un BIEN COMÚN. Construir entre todos. Respetarel interés individual de las personas reconociendo el valor de la comunidad y sus recursos. Solo tomando conciencia colectiva podremos sanar la sociedad y defender nuestros intereses.