OPINIóN
Actualizado 31/08/2016
Manuel Alcántara

La biblioteconomía es una disciplina relativamente reciente. Al ancestral quehacer de los bibliotecarios, entre los que la figura del siniestro Jorge de Burgos creada por Umberto Eco sigue alumbrando con gozo mi imaginación, hoy se suman tareas nuevas. De entre ellas, una de las más provechosas para la carrera universitaria radica en la medición de la frecuencia de palabras. En el seno de millones de volúmenes ya completamente digitalizados es posible rastrear la evolución de términos en el tiempo y en el espacio. También es sencillo seguir la pista mediante la construcción de árboles no demasiado complejos de los maestros y las redes que configuran en función del número y de la dirección de las citas que reciben. A quién y cuánto cita quien, y quiénes y cuántos le citan.

Big data es el gran instrumento para el análisis en este terreno. Ya no solo se va a tratar del recuento de veces que un autor aparece citado sino del número de "clics" que un texto concreto suyo contabilice cada vez que es consultado o descargado. Además, la academia amplía también su actuación a través de docencia on line que tiene un alcance inusitado. Este estado de cosas ha extendido a su vez al ámbito docente e investigador la lógica de actuación de las redes sociales a otras con perfil más diferenciado. La estadística generada por las mismas incentiva la vanidad de las personas que ven reflejado su mayor o menor éxito en distintos medidores de popularidad en función del número de descargas de sus textos, de las estrellas o de los "me gusta" recibidos, y del eventual número de seguidores con que se cuenta.

Los cientos de miles de estudiantes que siguen cursos abiertos a distancia se unen a todo ello generando nuevas comunidades virtuales que en su traducción académica son medidas con criterios de productividad de la tarea profesoral. El nivel de impacto alcanzado por estas prácticas se vincula con el tipo de contratación y con el salario en la lógica de la rentabilidad neoliberal. La maximización del individualismo se refleja en cuatro aspectos que me llaman particularmente la atención: la dependencia de nuevas tecnologías de dimensión global y ámbito de uso masivo, la substitución de la acción colectiva por la acción conectiva, la introducción de la lógica sin reservas del consumo, y el establecimiento de patrones de relaciones aisladas entre individuos solitarios.
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