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Resulta que hay una detestable campaña publicitaria de ciertos jamones, en la que se refleja que los españoles somos una panda de corruptos y corruptores.
Los técnicos de lavadora, estafan al cliente que, para no tener que pagar, desembolsa un suculento platito de jamón.
Los entrenadores de fútbol sacan de titular al más paquete, porque papá le regala un jamón.
Y hasta las madres dejan que sus hijos se bañen sin haber hecho la digestión, sólo porque el mocoso, que le ha cogido la sobaquera, compra su irresponsabilidad con una ración de jamón.
Eso, sin contar a la novia (o esposa) cornuda o al veraneante de primera línea de playa.
Digo yo, que campaña menos cívica será difícil de encontrar. Y digo, también, que puestos a alimentar corruptelas y corrupciones, ya tenemos al PP, que, con más imaginación, hasta destruye discos duros y tiene la jeta de decir que no había nada en ellos.
Lo de la empresa jamonera viene de antiguo. Recuerdo que antaño la publicitó Bertín Osborne, muy cercano al PP y cuyo nombre apareció en los papeles de Panamá. Así que, por lo que parece, no es broma que sus publicistas gusten de alimentar tan escabrosos temas (y tan siniestros personajes).
Ya lo siento por ellos, pero, mientras no cambien de línea, seguiré quedándome con el jamón de Guijuelo. También lo hacen de cerdo, pero no pregonan tanto que lo sea.