Es lamentable ver cómo están algunas canteras de Villamayor anegadas de agua, pues como nos decía hace unos días nuestro querido amigo Paco Blanco, "se está arrinconando la piedra que personaliza a la ciudad de Salamanca" y es cierto que si Salamanca ha llegado a ser patrimonio de la Humanidad, es por esta piedra dorada llena de filigranas, en el románico, en el barroco, en el gótico o en el Plateresco.
Si algo distingue a Salamanca es esta hermosa piedra dorada de Villamayor, que produce una calidez tan agradable, y que nunca se podrá sustituir por otros materiales de construcción.
En su poesía a Salamanca Don Miguel de Unamuno nos dice:
Alto soto de torres que al ponerse
tras las encinas que el celaje esmaltan
dora a los rayos de su lumbre el padre
Sol de Castilla;
bosque de piedras que arrancó la historia
a las entrañas de la tierra madre,
remanso de quietud, yo te bendigo,
¡mi Salamanca!
Disco dentado cortando la dorada piedra de Villamayor
Nuestra dorada Salamanca podemos verla y admirarla cuando entramos en nuestra barroca plaza Mayor, esplendida, coqueta, con un sabor especial por su dorada piedra esculpida en arcos fachadas y medallones.
También en la fachada plateresca de la Universidad, su original casa de las Conchas, Dominicos, Palacio Monterrey, o en las elegantes catedrales gótica y románica, y por un sinfín de pequeñas iglesias y edificios, todos ellos son ese componente que hace de Salamanca una capital única por su dorada piedra de Villamayor.
Algo ha de hacerse desde las estancias políticas para que esta piedra dorada siga siendo el vestido de nuestra Salamanca, y que estas abandonadas canteras vuelvan a crear puestos de trabajo de donde salga ese tesoro escondido y haga que Salamanca siga siendo una ciudad universal.
Andrés Barés Calama