Hace unos años apareció la teoría de las inteligencias múltiples según la cual además de la inteligencia natural o habitual existen otros tipos de inteligencia como la social, la emocional y hasta la artificial. En ese contexto de revisión y reconstrucción de las inteligencias, apareció un libro revolucionario que ha pasado desapercibido en los ámbitos académicos y científicos seducidos por las cuestiones políticamente correctas: Inteligencia maternal. Cómo la maternidad nos hace más inteligentes.
En tiempos de fría cultura digital donde las reflexiones sobre el conocimiento humano oscilan entre la psicologización de las emociones y la tecnificación de los problemas, nos encontramos con un trabajo que investiga el impacto de la maternidad en la vida personal y el entorno social de las madres. Katherine Ellison es una periodista convencida de que la maternidad genera un nuevo tipo de inteligencia, es decir, genera una forma propia de situarse personalmente y afrontar comunitariamente la acción humana.
El libro surge como reacción a un ambiente profesional y cultural lleno de reticencias ante la maternidad, es decir, consideraciones que llevan a postergar la decisión de engendrar hasta el límite de edad fértil en la que el embarazo era físicamente posible. Así describe el problema que le llevó a escribir el libro: "entendía que muchas cosas de las que valoraba ?como el ganarme la vida, el tener autoestima, el poder elegir marido libremente y por amor- dependían directamente de mi inteligencia. Temía que al ser madre, mi cerebro pagase directamente las consecuencias y yo asistiese a un súbito declive de mis facultades mentales" (p. 149).
La mayoría de las mujeres, en lugar de cuestionar esta simplificación en los argumentos, los daba por válidos y aceptaba el dogma de que esta merma de la capacidad intelectual, junto con las varices y el ensanchamiento de caderas o demás curvas, era algo que se relacionaba con el destino reproductor femenino. No se trata de argumentos sólidos sino de argumentos interesados propios del tiempo en el que las mujeres se han incorporado masivamente al mercado laboral. Tanto la dedicación al trabajo fuera de casa como el cuidado de los hijos eran considerados factores que afectaban a la capacidad mental de las mujeres y eran la causa de que muchas mujeres optasen por el desarrollo profesional antes de querer ser madres.
Ellison nos presenta argumentos e investigaciones con las que reformar las convicciones que ella ha consolidado después de tener cuatro hijos. Aunque al sacar adelante a los hijos se sentía agotada: "estaba más motivada y feliz que antes con lo que aprendía en casa y en el trabajo. Mis hijos no solo me habían inspirado interés por el medioambiente sino que me habían dado la excusa perfecta para buscar un trabajo más flexible en el que podía dar rienda suelta a mi creatividad?sospechaba que más que nublar mi cerebro, la maternidad lo había potenciado más que nunca" (p. 20).
Reforzada por los trabajos de Kinsley y Lambert, describe cómo la maternidad hace más inteligente a la mujer. La maternidad no sólo transforma el cerebro sino que hace más inteligente a la mujer. Tanto en el parto como en la crianza se producen en el cerebro de la mujer cambios concretos y perdurables por medio de una combinación dinámica de amor, genética, hormonas y prácticas. No se trataba de un proceso individual que afectara solo a las dos personas directamente afectadas (madre e hijo) sino a todas aquellas que formaban parte del entorno inmediato.
Desde un punto de vista neurológico, tener un hijo supone una revolución. En el camino del aprendizaje permanente y la conformación diaria de la inteligencia, tener un hijo es más una ventaja que un inconveniente. Como le comentaron algunos neurólogos: "cambia la vida porque presenta desafíos físicos, mentales y mecánicos: tienes que responder a infinidad de desastres a un tiempo. Y como todo reviste una gran importancia, es lógico que sea una época de aprendizaje y cambios mentales. Pocas cosas harán más por tu cerebro que el tener un hijo" (p. 23).
La inteligencia maternal supone un paso más en la descripción de la complejidad de la inteligencia humana que no se sustrae a la simplificación de los especialistas que desprecian la complejidad sino que gusta acercarse a los especialistas que la respetan. Quizá sólo estamos ante una variante ampliada y compleja de la inteligencia emocional, pero la investigación de Ellison abre un debate interesante y contracultural. Ellison plantea una inteligencia que no se reduce al cálculo, la memoria o la capacidad técnica sino "una lucidez que se traduce en mayor agudeza, eficacia, resistencia, motivación y don de gentes?.Si consiguiésemos entender la maternidad como un impulso para la inteligencia de las mujeres tendríamos un gran motivo de esperanza para este siglo".
Más información:
El arte de cuidar. Atender, dialogar y responder. Rialp, Madrid, 2013.
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(EntreParéntesis)