El teléfono móvil se ha convertido en el ombligo del mundo. Al menos del mundo virtual, que va camino de ser el mundo de mañana. Andan ya por ahí por la calle unos bichitos virtuales que salen de los teléfonos, los "Poquemón", que dicen que molan a los treintañeros. Dicen las estadísticas, que los adolescentes salen a una media diaria de 50 visitas a su móvil, bueno cincuenta o las que sean, porque no sé cómo hacen las estadísticas estas, y yo no me las creo. Pero sí valen para con lo que tú ves en la calle o en la consulta del médico, para sacar una conclusión: que todo el mundo está pendiente del móvil y cada uno vive del móvil y para el móvil. De suerte que la gente está en un mundo virtual que amenaza tragarse el mundo real. Y el hombre y la mujer del futuro serán virtuales. Al mirador provinciano, que cada vez entiende menos del mundo de hoy, no le sorprende que el ser humano que va perdiendo su identidad de hombre, y se asimila cada vez más a sus mascotas, esté buscando una nueva identidad. De momento ya cada uno se va haciendo en las redes sociales unas amistades, que cuenta por cientos o por miles, a las que sólo conoce virtualmente, pero que pueden ser con quienes conviva en el futuro, metido en su habitación y manejando el móvil.