No bastan los gritos para acallar el ronquido del hambre, ni desempolvar pesadillas en las chabolas da respuestas a los interrogantes que deja la miseria en paredes y pancartas, porque cuando el olvido legal y la indiferencia de los tratados, garabatean palabras insolidaria y la queja social entona consignas inaudibles para los depredadores, solo cabe la rebelión.