CANTALPINO | El músico salmantino ofreció un concierto en el marco de la programación cultural de las fiestas grandes
Fue una noche especial. En el día de san Lorenzo, con un cielo lleno de estrellas en movimiento, Raúl Díaz de Dios hizo un bonito regalo a los cantalpineses, en sus vísperas de la fiesta grande.
El concierto de este gran músico caló hondo en el público de la plaza de España, que aplaudió también al acordeonista local, Andrés López Dueñas, de 12 años, en su interpretación de 'Esta noche ha llovido' y 'En casa del tío Vicente'.
Raúl Díaz de Dios hizo un emotivo recorrido por su repertorio, especialmente alrededor del trabajo discográfico 'El fuelle del charro', música de raíz bajo el tamiz innovador de su acordeón.
En el concierto se observó la madurez alcanzada por este acordeonista salmantino y el grupo que le acompaña en una intensa gira por toda la geografía provincial. Canciones de siempre, irlandesas o vascas con el sello personal de 'El fuelle del charro' y de un creador en constante crecimiento.
Un manantial de música
Confieso que he escuchado música aquí y allá. Confieso que de los músicos me fijo en su disposición ante su instrumento, las personas y la vida. Confieso que en Raúl Díaz de Dios no hay inocencia en el rito de ofrecerse, pues siempre da todo buscando la belleza que sale de la melodía que brota de las mismas entrañas de su corazón. Confieso que un músico que nunca se rinde y siempre sonríe es un río de agua limpia en el que brilla la luz. Confieso que en él todo crece hacia dentro y hacia afuera y que se derrama en un caudal de alegría como las alas de un pájaro que vuela al infinito. Confieso que de entre todos los grandes acordeonistas que ha dado Salamanca, Raúl sobresale por su fuerza y su pasión por la música.
Confieso que este disco que tienes entre tus manos, 'El fuelle del charro', es el fruto de una vida dedicada a la formación en vanguardia, a la docencia cercana, a la fuerza creativa cuajada en el esfuerzo constante.
Confieso que la música es su mundo, el que le dio la vida y ahora nos devuelve en forma de canciones en las que hace brotar un manantial de rocío y aire fresco.
Juan Carlos López Pinto
(Prólogo al disco 'El fuelle del charro')