OPINIóN
Actualizado 07/08/2016
Carlos Javier Salgado Fuentes

Recientemente algunos medios de comunicación se han hecho eco de la alta producción de la comunidad autónoma en energía eléctrica (incidiendo en el peso de las renovables), si bien estos datos camuflan el hecho de que son realmente Salamanca, Zamora y León las provincias que cargan con el peso de la producción eléctrica autonómica, y sin las cuales ésta se vería reducida en aproximadamente dos tercios del total.

Y es que, pese a que la comunidad autónoma de Castilla y León se sitúa a la cabeza de las autonomías en producción eléctrica, este hecho no se da de una manera repartida en toda la autonomía, sino que el grueso del esfuerzo productivo energético se concentra en el denominado País Leonés, cuyas provincias, paradójicamente, no albergan ninguna sede central de una eléctrica importante, ni tan siquiera las sedes autonómicas, que en el caso de Iberdrola se sitúa en Valladolid.

En el caso concreto de Iberdrola, este hecho resulta chocante en tanto que tiene su sede central en Bilbao. Y digo chocante porque su producción eléctrica en tierras vascas es casi nula, pues el grueso de la misma se da en la Región Leonesa y Extremadura, siendo la empresa que explota las grandes presas leonesas (Ricobayo, Almendra, Aldeadávila, Saucelle, Riaño, etc.), a excepción de las del sector noroccidental, gestionadas por Endesa, con sede central en Madrid.

Estas empresas, más allá de pagar a los municipios donde se sitúan sus presas un canon anual (como compensación por tener anegados ?y por tanto improductivos- parte de sus términos), ciñen su presencia a mantener en las zonas de producción leonesas o extremeñas el menor contingente de trabajadores posible, externalizando a Bilbao o Madrid todas las funciones que puedan realizarse de manera informatizada y, con ello, que puedan realizarse fuera del terreno.

Por otro lado, la alta producción energética de las provincias leonesas no es algo nuevo y, de hecho, fue uno de los principales intereses por los que las instituciones de Valladolid buscaron una autonomía conjunta castellano-leonesa. En este sentido, en 1989 el profesor de Economía de la Universidad de Valladolid, Pedro Amigo Román, hablaba de "la primacía sucesiva de las tres provincias citadas", refiriéndose a la producción eléctrica de León, Zamora y Salamanca en el contexto autonómico en 'Orígenes y evolución de la especialización castellano-leonesa en la producción nacional de energía eléctrica (1935-1985)'.

Este autor, apuntaba a la alta exportación eléctrica de las provincias leonesas, así como al déficit energético de las castellanas (especialmente Valladolid), compensado por los datos leoneses a nivel autonómico. De este modo, señalaba que "En 1985 el consumo de las principales provincias productoras, León y Salamanca, era del orden del 9% de su producción. En cambio Valladolid consumía más de 22 veces su producción, puesto que apenas es una provincia generadora de energía eléctrica. [...] Segovia y, en menor medida, Soria y Ávila también consumen mucha más energía de la que producen".

Este hecho también era advertido por el profesor vallisoletano González Clavero en 'Fuerzas políticas en el proceso autonómico de Castilla y León. 1975-1983', en la que señalaba que "Las grandes generadoras de producción eléctrica eran las tres provincias del oeste, León, Salamanca y Zamora [?] Por el contrario Ávila, Segovia, Soria y Valladolid apenas contribuían a la generación energética, lo que resultaba muy significativo en el caso vallisoletano, ya que esta provincia consumía ?ya a mediados de los ochenta- más de un cuarto del total regional."

En este mismo sentido, en 1978, en el 'Atlas Gráfico del Reino de León' se apuntaba a las provincias leonesas ya como "ejemplo típico de colonialismo, del expolio inveterado de su riqueza hidroeléctrica que sale ?como la de Aragón, la de Galicia, la de Extremadura- camino de otras regiones que se beneficiarán de ello de una manera difícil de calcular."

Y es que la cuestión energética fue uno de los puntos calientes en la discusión autonómica de la Submeseta Norte, hasta el punto de que la actual autonomía estuvo cerca de no ver la luz por este tema. Así, el 15 de marzo de 1980 el diario El País recogía la noticia UCD estudia la creación de una región autónoma con León, Zamora y Salamanca, proyecto autonómico que, según recogía esta noticia, estaba "basado en afinidades de carácter económico y, más concretamente, en la elevada cuantía de los ingresos que previsiblemente recibirán estas provincias a través del llamado canon de producción de energía eléctrica".

En este sentido, el establecimiento de un canon energético regional hubiese supuesto un notable beneficio para una Región Leonesa autónoma, así como un importante contratiempo para Valladolid y otras provincias castellanas de la actual autonomía, que hubiesen tenido que pagar dicho canon a las provincias leonesas a cambio de recibir su luz.

El profesor de la Universidad de Valladolid, Mariano González Clavero, recogió en 'Castilla y León. El proceso autonómico' la preocupación que por este hecho se daba en la capital del Pisuerga, al señalar que "Desde 'El Norte de Castilla' se acusó a la UCD zamorana de estar sondeando la posibilidad de constituir una autonomía leonesa, con las provincias de León, Zamora y Salamanca. [?] La posibilidad de que se terminara constituyendo una autonomía basada en el antiguo Reino de León siempre preocupó en la provincia vallisoletana".

Por otro lado, el paso del tiempo no ha hecho variar demasiado la situación en el caso leonés respecto a la producción eléctrica, cuyas tres provincias en conjunto exportaban más del 75% de lo que producían en 2012. Asimismo, pese a la fuerte inversión en energía solar y eólica realizada en las seis provincias castellanas de la comunidad en los últimos años, éstas no han logrado producir en conjunto tanto como la Región Leonesa, cuya producción sigue representando en torno al 60% del total autonómico.

En el caso hidroeléctrico este hecho se deja sentir notablemente, y tiene su reflejo en la capacidad total de embalsado de las provincias leonesas, que son de largo las que más tienen de la autonomía, representando el País Leonés en conjunto el 85% del total de capacidad de agua embalsada de la comunidad autónoma, con grandes presas como Almendra, Ricobayo, Riaño, Santa Teresa, Bárcena, Porma, Barrios de Luna o Cernadilla.

En este sentido, los datos provincializados nos muestran que el 95% de la producción hidroeléctrica de la comunidad autónoma se da en León, Salamanca y Zamora, provincias responsables también del 70% de la producción de energía térmica autonómica.

Llegados a este punto uno no puede dejar de pensar en que la falta de movilización de los leoneses de las tres provincias supone un factor clave para que siga dándose este expolio energético, en el que los grandes damnificados han sido los paisanos de esos casi 40 pueblos de estas provincias, que quedaron bajo el agua de unos embalses explotados por empresas con sede en otros territorios.

Y es que, el problema, es que seguimos mirando a la Junta y al Estado como a un padre que mira por nuestros intereses, cuando a la vista está se los pasan por el arco del triunfo, y no exigimos que se haga justicia y se le dé futuro a esta malherida tierra. Decía el sociólogo zamorano, Amando De Miguel, que "las regiones pobres lo son porque todo lo esperan del Estado y se consideran fatalmente incapaces de avanzar por sí mismas".

Y en ellas seguimos, el antiguo Reino de León no puede avanzar porque los propios leoneses no creen en su capacidad de desarrollo y no exigen unas condiciones que faciliten la propia inversión en Salamanca, Zamora o León. Sino la Vía de la Plata o el tren de La Fregeneda no se hubiesen cerrado, o tendríamos ya un puente internacional en Masueco, por no hablar de ser una región en igualdad de condiciones en el trato con las del resto de España, esto es, ser una autonomía como lo son las demás, pues incluso han llegado a serlo territorios que no eran ni regiones (Cantabria, La Rioja o Madrid). Debemos empezar a creer y querer más en esta tierra si no queremos que nuestros hijos o nietos sigan teniendo que marcharse fuera.

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