OPINIóN
Actualizado 04/08/2016
Gustavo Hernández Sánchez

Autor: Jorge Tapia Blázquez. Miembro del Grupo de Estudios Culturales A. Gramsci

No se asusten. No vengo a venderles nada. Quiz más de uno o una haya acertado a qué va a hacer alusión el encabezamiento. Sí, es cierto, vengo a hablar de la ciudad ? o mejor dicho ciudades, tanto por hacer referencia a ciertos procesos que salvando singularidades tienden a repetirse en la mayoría de las urbes, como por abarcar las diferentes realidades de la ciudad que dentro de la misma cohabitan - . En concreto de esa dinámica, de esa tensión, de esa dicotomía, que ordena y parece marcar el funcionamiento de la ciudad. Los centros y las periferias. Los radios y los extras.

Si hablamos de centros, podemos decir que nuestras vidas giran en torno a ellos. Por eso son centros, aunque algunos ocupen las periferias. Centro escolar, centro deportivo, centros de trabajo, centro comercial, centros administrativo, centro histórico, business center, etc. Centro, palabra que proviene del palo del compás que no se movía y marcaba también el inicio del radio. Tal cual pareciera haberse dibujado sobre la ciudad la divisoria que distingue los radios y los extras ? centros y periferias -, aunque hoy esa línea aparece cada vez más difuminada de acuerdo a los tiempos, también difusos, en los que vivimos. Los centros urbanos, constituyen el escaparate de la ciudad hacia el exterior, lo que se quiere enseñar, lo visible. Es el feudo de autoridades, banqueros, grandes comerciantes y hosteleros ? aunque actualmente poco difieran entre sí ? mimetizados a la perfección con la arquitectura monumental que los centros, debido a su larga vida y a que siempre han sido centros, han acaparado. Es por ello también que sus calles suelen llevar nombres de personajes históricos, santos y santas y acontecimientos acontecidos en el lugar. Además parecen estar vivos. Su radio crece si los señores de este feudo ? decíamos autoridades, banqueros, grandes comerciantes y hosteleros ? confluyen en sus intereses y deciden, previo proceso de degradación socio-urbano, revalorizar zonas aledañas en lo que ha venido a llamarse actualmente "gentrificación", aunque dicho término venga utilizándose desde los años sesenta. El objetivo no es otro que multiplicar sus dividendos ? obtener más plusvalías si se quiere ? aunque eso signifique expulsar a aquella población que no cumpla con esa "centralidad" social que se pretende mostrar, como ocurrió en el extinto barrio chino salmantino, o como ocurre de manera más sutil y paulatina ? aunque no por ello más inofensiva ? en el Barrio del Oeste, árboles abrigados con ganchillo de colores incluido. El radio no quiere "extras".

Más lejos, no tanto en espacio como socialmente, se encuentra la periferia, el extrarradio. Los y las "extras" de la urbe, los y las no-invitadas del ayer y del hoy dependientes de las sinergias centrífugas y centrípetas de la propia ciudad. Algunos y algunas fueron tan "extras" que sus casas, sus iglesias ? como en el caso de Puente Ladrillo ? y hasta el sistema agua corriente ? como en Pizarrales ? los tuvieron que levantar ellos, literalmente. En otros barrios como Garrido, los bloques de vivienda se levantaron tan rápido para ofrecer cama a la mano de obra que la ciudad demandaba que se olvidaron de poner las calles. Incluso en algunos como Buenos Aires, se "confinaba" lejos, muy lejos del creciente escaparate central ? que en muchos casos había sido hasta entonces su casa ? a la población que, como decíamos, no era lo suficientemente "central" y por lo tanto había que esconder.

Es en estos barrios, lejos del monumentalismo histórico del centro, donde todavía la memoria ? más que la historia ? configura los imaginarios colectivos, las identidades comunes, las dinámicas propias y las distintas idiosincrasias del lugar. Sus calles no suelen llevar nombres ilustres. Si acaso algún santo o santa residual que quedaba en el santoral. Frente al aspecto acabado e impoluto del centro, el extrarradio nos remite imágenes de lo incompleto, de lo inconcluso pero también del acontecer de lo improbable y lo imprevisible. Quizás por esa incompletitud ha sido siempre un terreno en disputa. Y esto lo saben sus habitantes. Henri Lefebvre, sociólogo y filósofo a partes iguales, nos hablaba de esa disputa en sus nociones de reconquista del habitar. Es en esas coordenadas donde se mueve la dinámica de estos barrios a día de hoy, entre un sentimiento levantisco latente del que se sabe "extra" y no lo esconde, y la frustración y la impotencia del que se sabe "extra" porque no le queda más remedio.

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