OPINIóN
Actualizado 04/08/2016
Víctor Hernández

Una de las propiedades del sonido que más me fascina y a la que más tiempo dedico a su estudio es la frecuencia. Hay que tener en cuenta que cuando escuchamos un disco o algún archivo digital, ha pasado por las manos de un productor que ha analizado a fondo el comportamiento del sonido y ha estudiado esas frecuencias para que llegue a nuestros oídos de la forma más agradable posible y con la mayor calidad que ofrecen las tecnologías.

La frecuencia de los sonidos llega a nuestros oídos en forma de percepción de un tono alto o bajo. A menudo, la idea de tono y de frecuencia es un concepto que utilizamos como si fuera lo mismo, pero hay que tener en cuenta que la frecuencia es la amplitud de onda, algo que se puede cuantificar o medir con aparatos digitales, mientras que el tono es algo que percibimos directamente en nuestro oído, al igual que el volumen, por ejemplo.

Por lo tanto debemos distinguir que la frecuencia se relaciona con la velocidad de la vibración del sonido. Es decir, una onda de frecuencia alta, es una onda que tiene mucha repetición y que se mueve muy rápido. Y al contrario, una onda de frecuencia baja tendrá poca repetición y un movimiento lento.

Solo los sonidos más simples tienen energía en una sola frecuencia, es lo que conocemos como onda senoidal o sinusoidal, pero es raro encontrarlas de forma natural, puesto que cada instrumento tiene energía en diversas frecuencias y suenan con armónicos.

Otro aspecto de las frecuencias que me resulta muy interesante es el rango que es capaz de escuchar el oído humano, ya que, como comenté en su día en un artículo anterior, tiene límites. La frecuencia más baja que podemos oír es de 20 Hercios. Y la frecuencia más alta está alrededor de los 20 000 Hercios ó 20 Kilohercios. Un Hercio suena una vez por segundo, así que vibra una vez por segundo, algo muy por debajo de lo que nosotros podemos escuchar, teniendo en cuenta que 20 Hercios por segundo, es un pulso muy lento, os podéis hacer una idea de lo que sería un sonido así, si nuestro oído fuera capaza de escucharlo.

Si nos ponemos en términos reales, los 20 000 Hercios, es una frecuencia que aprensas nadie puede escucharla, quizá los niños, pero con la edad el extremo alto se disipa de forma natural, también como norma general las mujeres suelen poder escuchar frecuencias un poco más altas que los hombres, así que puede haber variación de unas personas a otras quedando en torno a los 18 000 Hercios perceptibles. No obstante, como consenso universal se ha declarado el rango del oído humano, de 20 Hercios a 20 Kilohercios.

Otra curiosidad de las frecuencias es que no las escuchamos igual en todo el rango. Sucede que a medida que nos aproximamos a los extremos (bajo y alto), el sonido disminuye gradualmente, lo que podréis experimentar si realizáis un test de audición o audiometría.

Como podéis ver los fenómenos físicos del sonido son una auténtica maravilla y jugar con ellos es lo que en ocasiones nos vuelve locos a los que manejamos la edición musical para conseguir mejores producciones, y es que, todos los principios de los sonidos son completamente independientes y con la tecnología adecuada se pueden modificar sus parámetros para acercarlos a las necesidades del oyente.

A fin de cuentas en contra de lo que muchos dicen, utilizar los medios digitales que nos ofrece el momento no es hacer que la música se desvirtúe o se pierdan las buenas costumbres, es solamente aprovechar las mejoras tecnológicas para facilitarnos el trabajo, o si no, es como si exigiéramos a un gestor empresarial que llevara todas sus cuentas sin utilizar hojas de cálculos, calculadora, etc.

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