OPINIóN
Actualizado 29/07/2016
Eugenio Sánchez Redondo

Escuché esta sentencia viendo una peli y me hizo reflexionar.

Un niño había perdido a sus padres en un trágico lance.

Hijo de nadie, dueño de nada, cuando llega el desamparo somos bebés a la merced del viento, de la buena voluntad de quien se cruza en nuestro camino.

Si nos preguntamos y hacemos números sobre el tiempo que vivimos al lado de nuestros seres queridos aprovecharíamos aún más nuestros instantes en común.

Con los abuelos, con nuestros padres, con nuestros hijos, con nuestros amigos, con nuestra pareja, el tiempo nos devora sin darnos casi cuenta.

No se puede saber el tiempo que nos queda pero sí podemos vivir cada día con intensidad, porque como suelo repetir últimamente, nos vamos con lo puesto.

A todos esos hijos de nadie, dueños de nada les queda la esperanza de unos ojos limpios y manos abiertas a quien poder mirar y abrazar.

Hoy he conocido a alguien especial que ha hablado a pequeños deportistas de los "otros sueños", siempre, todos los días tenemos la oportunidad de poder aprender.

A César Jiménez y los alumnos de Campus Vicente del Bosque

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