OPINIóN
Actualizado 21/07/2016
Gustavo Hernández Sánchez

La respuesta de una ciudad y su Ayuntamiento ante las agresiones machistas

En la sociedades de Antiguo Régimen, es decir, aquellas sociedades previas a la revolución industrial y a las revoluciones liberales que dieron origen a la era contemporánea (¡sí, el liberalismo se impuso a golpe de revoluciones!), la fiesta suponía una ruptura en la cotidianeidad de los individuos. Se abría paso, de este modo, a un periodo excepcional que separaba el tiempo del trabajo del tiempo festivo, un breve espacio de subversión del orden y de los roles establecidos. De este modo, en fiestas como los carnavales, los campesinos podían convertirse durante unas horas en obispos, las mujeres en hombres, etc.

En la actualidad vivimos otros tiempos, mediatizados irremediablemente por la denominada "sociedad de masas". El espacio de trabajo subjetiviza toda nuestra cotidianeidad, es decir, que ya difícilmente podremos desconectar de él -aunque sea solo por unos instantes- tan fácilmente a como lo hacían nuestros paisanos y paisanas durante estos siglos. El espacio de fiesta se convierte así en una liberación subliminal de la barbarie contemporánea (alcohol, drogas, todo vale). Me explico: frente a la festividad popular, de carácter solidario y de subversión del orden, que al mismo tiempo indicaba a las autoridades la fuerza de lo colectivo, de las masas a las que dirigía; ahora liberamos nuestro YO actual, hedonista y falto de valores. No se trata de no beber vino, pero tampoco de la ruptura de lo normal cotidiano como en aquella época, sino de una manifestación más de esta sociedad que nos envuelve. Y, mientras que los disfraces o la inversión de roles de las sociedades de Antiguo Régimen tenían una carga contracultural muy fuerte, en la actualidad los disfraces que eligen los y las jóvenes en eventos que van de las fiestas de facultades a despedidas, reflejan cuán lejos estamos de la festividad vinculada a lo popular y no a una representación desvirtuada de las tradiciones en la sociedad de consumo.

Esto son también los Sanfermines en la actualidad los cuales este año, hemos visto en el punto de mira de los medios de comunicación no solo por los encierros, que representan una tradición modificada a lo largo de los años, es decir, que no es inamovible, sino sobre todo por los casos de agresiones machistas. Como decíamos, en un espacio festivo los sujetos liberan su inconsciente y muestran la otra cara de nuestra cultura. No es normal, al menos de momento, que grupos de hombres violen a una mujer de forma colectiva, esto sólo sucede en un espacio excepcional como la fiesta, pero refleja los valores de esos grupos de hombres que, en su vida cotidiana, no creo que fuesen ejemplos de feminismo y de respeto al Otro. Todo lo contrario, probablemente estuviesen muy integrados en los valores que comparte la mayoría de la sociedad, algunos de ellos incluso con empleos bien valorados socialmente como el de Guardia civil.

Sin embargo, en esta ocasión me gustaría centrarme en la respuesta de la ciudad de Pamplona y de sus vecinos y vecinas contra estas agresiones. Eso sí ha marcado una diferencia respecto de otras fiestas en las que también suceden estas cosas y nadie pone el grito en el cielo, puesto que las agresiones y la violencia machista forman parte de nuestra cotidianeidad, no sólo de lo que es común en las fiestas. Pocas veces se ha visto a un Ayuntamiento tan comprometido contra estas agresiones. ¿Pero allí no gobierna Bildu? Pues sí. Parece que las izquierdas no son tan terribles como a menudo las pintan los medios de comunicación. No se trata de que nos vayan a quitar nada, mucho menos una tradición sobre la que no vamos a polemizar como pueden ser los Sanfermines, esa decisión corresponderá, en todo caso, a los vecinos y vecinas de Pamplona. Se trata de poner sobre el tapete cuestiones de carácter mucho más profundo. Y si es preciso que se cambien valores y costumbres "tradicionales" y tan arraigadas como lo es el machismo, que pueden dar lugar a agresiones de este tipo, pues así tendrá que ser. Después de todo, como hemos visto, las sociedades a menudo cambian. Es preferible que el cambio sea a mejor.

En la fotografía, cedida por Amaia Oloriz, activista, concentración ante la plaza del Ayuntamiento de Pamplona contra las agresiones machistas.

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