OPINIóN
Actualizado 18/07/2016
Javier González Alonso

En el colegio donde hice la E.G.B., únicamente coincidí con chicas, pequeñas mujeres ya, en el último curso, y porque tuve que repetir, pues me habían escolarizado un año antes de la edad reglamentaria. Aunque las veía, las veíamos, a través de las ventanas en las horas de recreo y salida, nunca habíamos tenido clases mixtas. Siendo, como éramos, todos del mismo barrio, nuestros contactos habían sido escasos, pues no había forma de coincidir con las chicas, salvo en algunas oportunidades en las que, en el parque, podíamos jugar bajo la atenta mirada de los padres. Ese primer contacto, diario, fue una experiencia única: podíamos hablar, jugar, tontear, en el mismo espacio, sin que nadie viniera corriendo a llevárselas, horrorizados por ver a un grupo de niños divertirse.

Q". Ahora, en el neoliberalismo que todo lo invade, hay grupúsculos, que pronto se convertirán en grupos, que pretenden volver a la enseñanza separada, aislada de la realidad, del día a día del contacto entre hombres y mujeres. Y no hablo únicamente de ciertos países islámicos; hablo de gente que convive a nuestro alrededor; gente que sigue pensando que, el contacto intergénero, es perjudicial para la concentración, para el estudio, para el desarrollo personal? Una aberración que únicamente los extremistas pueden mantener.Las mujeres nos civilizan. Por eso son tan peligrosos los mundos sin mujeresuiero recordar una frase que dijo no sé quién: "


Una postura, inconcebible para mí, que está ganando fuerza en la sociedad. Una sociedad que, lentamente, poco a poco, está involucionando hacia pasados no muy lejanos, donde el sexo era tabú, y las relaciones humanas eran consideradas inmorales. Y no es tanto por el hecho, creo, de contactar con diferentes formas de pensar y sentir, hombre vs mujer, sino que hay un profundo hedor a machismo soterrado, a devolver a la mujer al lugar de donde de nunca habría tenido que salir: la subordinación total al macho; su lugar en la casa; su función, exclusivamente reproductora, y siempre que sea bajo el visto bueno de "su hombre".

Oigo a los chavales hablar sobre sus relaciones, nada nuevo por otra parte, y se me ponen los vellos como escarpias de la naturalidad con que defienden que la chica debe hacer lo que le diga su pareja: la forma de vestir, con quién salir, a qué hora ella debe estar en casa. Y no es exclusivo de los chicos: también las chicas justifican que es por amor, porque se preocupan por ellas. Mientras Jesucristo tenía como apoyo, de igual a igual, a María de Magdala, los que se llaman sus seguidores, siglos después, y a pesar de la teórica evolución de la humanidad, pretenden regresar a ese espacio después de las cavernas, donde cualquier mujer era considerada una diosa, y devolvernos a los episodios más oscuros del mundo medieval? ¡Azrael se encargue de sus negras almas!

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