OPINIóN
Actualizado 14/07/2016
Redacción

Cuando el consejo de gobierno de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) fijó el día 29J para celebrar el tradicional acto de inauguración de curso no era consciente de que esa fecha sería histórica. No se trató de una inauguración como las demás porque en un mismo acto coincidían Javier Solana, Marcelino Oreja y Fernando Savater. Los dos primeros recibían la medalla de oro de la universidad y Savater impartía la lección inaugural. Despejadas las posibilidades de un gobierno populista con los resultados del 26J, todos los discursos hicieron memoria de una buena España.

Por si algún lector no se acuerda, Javier Solana y Marcelino Oreja son dos figuras importantes de la política española contemporánea. El primero no solo desempeñó varias carteras ministeriales con el PSOE en los gobiernos de Felipe González sino que fue Secretario General de la OTAN. El segundo fue Ministro de Asuntos Exteriores en uno de los gobiernos de Adolfo Suárez, Europarlamentario y Comisario de Energía y Transportes en la Unión Europea. Mientras el primero representa la tradición del socialismo democrático, el segundo representa la tradición democristiana, dos universos ideológicos sin los que hubiera sido imposible la Constitución de 1978.

Durante el acto, asistimos a dos discursos verdaderamente emocionantes. Cada uno de estos personajes comentó lo importante que había sido el otro para llevar adelante sus propios planes. Ambos representan una España de la concordia que Javier Solana definió como "una buena España". Ambos hicieron memoria de numerosas conversaciones que si no fueron secretas, al menos fueron discretas e hicieron posible numerosos pactos, acuerdos y consensos. Ambos son ejemplos vivos de que la hemiplejia de la hablaba Ortega o las dos Españas de Machado tienen que ser superadas porque la Constitución de 1978 abrió un horizonte nuevo para la concordia, se estableció un "consenso para el disenso", feliz término propuesto por Óscar Alzaga en sus trabajos sobre Derecho Constitucional.

Al trasfondo de los resultados electorales se añadía el nuevo horizonte europeo que se abre después de que los ingleses hayan votado la desconexión de la UE. Se dieron la mano dos tradiciones europeístas que no sólo han sido valiosas en el pasado sino que serán determinantes en el futuro. Si a ello añadimos que el acto se produjo en presencia del europeísta Ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, entonces la escena está completa.

Si ya es difícil que coincidan las dos figuras anteriores, que lo hagan junto a Savater es un milagro. ¿Quién le iba a decir a aquél rompedor filósofo joven, defensor de los sofistas y el nihilismo, que defendería con su propia vida la Constitución de 1978 a través de un partido políticos como UPyD? ¿Quién le iba a decir al autor del Panfleto contra el Todo que se convertiría en uno de los intelectuales que con mayor coherencia defendería la democracia liberal?

Sus palabras, que fueron un alegato emocionado en defensa de una Educación para los Ciudadanos, representaron un soplo de aire fresco con el que se nos invitaba a regenerar la vida política de una España amenazada por la simplicidad, amnesia y adanismo del populismo. Además de invitar a la libertad de juicio, al compromiso y la militancia, Savater se mostró crítico con la videopolítica y el olvido de la deliberación pública que se produce en Internet y las redes. Reclamó una política que recupere las relaciones personales, la deliberación y el cuerpo a cuerpo, una política que no esté seducida por los sofistas de la información. Se situó en la mejor tradición estoica cuando apeló a Marco Aurelio quien afirmó "estás condenado a tus semejantes, edúcalos o sopórtalos".

Créditos de las fotografías: El Diario Montañés, UIMP, EFE y A. Domingo

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Memorias de buena España