OPINIóN
Actualizado 10/07/2016
Raúl Vacas

"Versos de pie de obra y amasados"

Santos Jiménez. Diario de un albañil

En el piso más alto de un andamio de obra

junto al muro caído y el cascote que sobra,

con la llana en la mano el apuesto albañil

a las mozas que pasan echa versos y flores

y apuntala recuerdos y suspira de amores.

Así pasa las horas las mañanas de abril.

Una tierna amapola con su roja corola

para aquella señora de la bata de cola.

Un manojo de cirios y un ramito de lirios

para todas las damas que padecen delirios.

Un hermoso jacinto, exclusivo y distinto

para cuatro vecinas del noveno y el quinto.

El pompón de una dalia, con esencia de algalia,

para la señorita que perdió su sandalia.

Un clavel reventón, color rojo pasión,

para las veinteañeras que no son del montón.

Una sola azalea, de la más bella aldea,

para aquella muchacha que jamás pestañea.

Gitanillas, begonias para la ceremonia

donde pálidas viudas rezan con parsimonia.

Perfumadas violetas, sencillitas, discretas,

para ramos de novia de mujeres coquetas.

Un sereno dondiego con un cálido ruego

para aquella soltera que jugaba con fuego.

Unas flores de loto de un lugar muy remoto,

para jóvenes geishas con el corazón roto.

Pensamientos, jazmines para verdes jardines

de mujeres que sueñan en teatros y cines.

Un manojo de rosas bien floridas y hermosas

para viudas, solteras, jovencitas y esposas.

En el piso más alto de un andamio de obra

junto al muro caído y el cascote que sobra,

con la llana en la mano el apuesto albañil

a las mozas que pasan echa versos y flores

y apuntala recuerdos y suspira de amores.

Así pasa las horas las mañanas de abril.

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