OPINIóN
Actualizado 09/07/2016
José Ángel Torres Rechy

A Edgar E. B., gran amigo

La puesta en escena de Entrespejos, en Espacio Abierto, de Cáritas, llevó a un público de todas las edades a una realidad paralela, cifrada por la verdad del corazón. En el principio, cada miembro de la compañía teatral expuso su sentido en torno al Acto. La dimensión plástica capturaría la atención y suspendería los ánimos. Progresivamente, los espectadores no solo ejercerían la función de asistentes a una liturgia dramática, sino que ellos mismos se convertirían en parte activa de la obra. En este sentido, resultaría preciso hablar no de un «estar con», sino de un «ser con» Entrespejos.

La barrera entre el espacio escénico y el del público se disolvió y el conjunto devino un único organismo. Los motivos musicales de la representación evocaron geografías de una Latinoamérica profunda y de una Europa antigua. Mediante la petición de palabras por parte de la moderadora-narradora, que reflejaran el estado de ánimo de los asistentes, la Compañía de Teatro Playback puso de relieve zonas de la profundidad del alma humana.

La narrativa se encauzó hacia la visualización de lo que no vemos en nuestra vida diaria, pero que nos acompaña en todo momento, en lo más hondo de nuestro ser. Favoreció la toma de conciencia en torno a la propia interioridad. Se pudieron apreciar momentos emotivos, que le arrancaron más de una lágrima a los participantes.

Obras de esta índole pueden confrontarse con las que estamos acostumbrado a ver en las salas de teatro, en cuanto a que se lleva a escena situaciones de la vida que no necesariamente responden a casos particulares, sino que constituyen episodios comunes al género humano; sin embargo, la propuesta de Entrespejos en el hogar de Espacio Abierto entró en otro territorio antropológico más íntimo. Las historias personales del público se representaron con maestría y encantamiento. Se trató de una obra no solo artística, sino de salud, imbricada en situaciones como la migración, el comienzo de una vida nueva, la paciencia, la espera para conseguir lo deseado, etc.

«Tengo la osadía de exponerme. No lo temo. Tengo el coraje de decir que soy terriblemente imperfecta y verdaderamente humana.» Fragmento de El coraje de ser, de Maria das Graças Targino, actriz de Entrespejos en 2011. Poema proporcionado al autor de esta columna por un amigo que prefiere permanecer en el anonimato, pero que se llama Antonio.

Convivio organizado por Espacio Abierto. Tortilla de patata, macedonia, refrescos y puro amor. Viva Argentina.

Contacto: torres_rechy@hotmail.com

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