OPINIóN
Actualizado 09/07/2016
Julio Fernández

Profesor de Derecho Penal de la Usal

Resulta sorprendente que después de los vientos que ha sembrado el PP a lo largo de la legislatura 2011-2015, algunos de sus líderes se extrañen de que puedan recoger fuertes tempestades. Es normal que el resto de los partidos políticos mantengan sus fuertes reticencias a las promesas de consenso que Rajoy y los suyos están intentando transmitir, dado que en la referida legislatura el gobierno del PP, con mayoría absoluta, despreció a toda la oposición.

En la presenta legislatura Rajoy está ofreciendo consenso y es lógico que sus propuestas no sean creíbles. De ahí que ya le hayan transmitido algunos líderes políticos que no pueden apoyarle en la hipotética investidura como presidente de gobierno. Esa ha sido la respuesta que le ha dado el líder del PNV. Además, si el PP pacta con los líderes nacionalistas, se diluiría parte de su discurso, puesto que desde hace años se han encargado de vituperar sistemáticamente a las formaciones políticas partidarias de la independencia de sus respectivos territorios (nacionalistas catalanes y vascos).

No obstante, los intereses partidistas crean extraños compañeros de viaje y donde el PP manifestó una cosa ayer hoy mantiene la contraria con el fin de alcanzar el poder. Lo que supone un claro fraude a los electores.

Como ejemplos significativos de esta conducta fraudulenta se pueden esgrimir varios: 1.- Se ha dado a conocer en estos días que Bruselas exige más ajustes al gobierno debido a que en su gestión se relajaron las políticas que pretendían contener el déficit. 2.- También se ha sabido recientemente que la Agencia Europea del Ferrocarril ha concluido que la investigación realizada en su día por las autoridades españolas sobre el accidente del tren Alvia con dirección a Santiago de Compostela, de hace tres años, no fue independiente. En este caso, el referido informe ha permanecido oculto durante más de 5 meses desde el fin de su redacción y ha aparecido tan solo diez días después de las elecciones del 26-J.

De ahí que la conducta más sensata de todos los partidos que conforman el arco parlamentario sea la de oponerse a la investidura de Rajoy como futuro presidente de gobierno. Y no se le puede achacar al resto de los partidos, como pretende imputarles el PP si no apoyan la investidura de Rajoy y la no composición del gabinete e hipotética convocatoria de unas terceras elecciones en menos de un año. La única responsabilidad ante esa hipotética situación la tendría el PP y no el resto de formaciones políticas.

Por otro lado, según informaciones muy fidedignas, el próximo gobierno del PP ya tiene diseñado un nuevo paquete de recortes en políticas sociales (entre las que se incluyen bajadas en las pensiones de jubilación) y un incremento del IVA. Si formaciones políticas como el PSOE y Ciudadanos se abstienen en la investidura y, como consecuencia de ello, Rajoy consigue formar gobierno, serán cómplices de los recortes estas formaciones políticas, lo que provocaría una fuerte caída e incluso la desaparición de partidos como el PSOE.

En consecuencia, el triunfalismo con el que los líderes del PP asumieron los resultados la noche electoral en que coreaban el "yo soy español" (como si el resto de votantes de otras ideologías no lo fuera, transmitiendo ese mensaje subliminal de que son la única España y el resto son la anti España), puede convertirse en un boomerang que les impactará en la cara. De ahí que la postura más sensata de los diversos partidos políticos sea oponerse a la investidura de Rajoy, por mucho que líderes como Felipe González aconsejen la abstención a los diputados del PSOE.

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