Penillanura salmantina
La penillanura salmantina es de evolución muy antigua. En su mayor parte se asienta sobre un sustrato paleozoico, con débiles suelos ácidos y arenosos. Es una comarca de geomorfología poco acentuada, sin accidentes marcados, de altitudes algo superiores a los 800 m. Tendría continuidad si no fuera por la intromisión de las cuencas sedimentarias. Entre las penillanuras y las cuencas sedimentarias, la topografía general no es esencialmente diferente, sin embargo las características biológicas, edáficas e hidrológicas, sí. A pesar de ello el sistema de aprovechamiento, con semejantes formas de explotación agraria que aparecen tanto sobre las áreas sedimentarias como sobre las paleozoicas hace que parezca que no se rompe la continuidad de las penillanuras.
Esta homogeneidad comarcal también se manifiesta en el clima (mediterráneo templado, con una pluviosidad anual ente 500-600 mm y fuerte sequía estival).
Las características geomorfológicas de la penillanura dan como resultado una tipología de suelos muy poco favorables para el desarrollo de cultivos agrícolas. El tipo de suelo es la tierra parda meridional acida, caracterizado por su acidez y la escasa actividad biológica. A todo ello se une una escasa profundidad. El desarrollo de los pastizales y las dehesas se ha visto propiciada por la escasa aptitud de los suelos para el aprovechamiento agrícola.
La cañada Real de La Plata abandona el término municipal de Valdefuentes de Sangusin, poco a poco la altitud se hace patente en el cambio de vegetación. Al ir subiendo las dehesas de encinas dejan paso a las de robles y luego a robledales cerrados.
Entramos en el término municipal de Los Santos sigue solapada con la Cañada Real Soriana Occidental, ambas vía pecuarias se encuentran algo perdidas, además de estar invadidas totalmente por la vegetación arbustiva, fundamentalmente retamas y genistas.
En este lugar un grupo senderista ha señalizado con ambos nombres y flechas la dirección que toma cada cañada. A pesar de esta iniciativa, debe hacerse un desbroce y clareo, ya que sólo gracias a los esporádicos mojones realizados en granito puede a duras penas reconocerse el itinerario.