OPINIóN
Actualizado 25/06/2016
Luis Marcos del Pozo

¡Ojo!, hemos entrado en la abducción absoluta.

Por favor no consientan que los hagan pensar, razonar o ver otra vida más allá de la expuesta en las redes sociales, los anuncios televisivos o las palabras huecas similares a los hechos ya reiterados y suspensos en su evaluación.

Bajo ningún concepto, enciendan sus alarmas pensando que las sonrisas fáciles, la palabras con ritmo, y los movimientos preestablecidos los pueden engañar, confíen plenamente en quien, dice, conceder todo y contrariamente a ese viejo refrán pongan de moda este otro: " quien bien te quiere nunca te hará llorar ".

Ni se les ocurra poner en cuarentena a los fuleros, profesionales de medio pelo o vende humos de cualquier espacio o sector, da igual donde mire hay para elegir. Si tuvieran el atrevimiento de hacerlo serán juzgados como antisociales, trasnochados, involucionados o incluso dictadores de la vida. Una vida que nos hacen creer de color de rosa para luego exigir una paleta de colores que nunca han enseñado.

Este nepotismo enfermizo, que recorre la sociedad echando raíces en ella, de la falta de valores, de la desidia en el trabajo, de la dejación de tareas, de la mentira y el engaño, de las manifestaciones estúpidas que sólo acarrean atrasos y anclajes sociales,de los recuerdos que debian estar en el baúl de los olvidos, de la falta de impulsos, de perseverancia, de tesón, de firmeza.

Esta moda acomodada dónde todo busca la subvención, el plato en la mesa gratis, la consecución de los mismos objetivos que el vecino pero sin levantarse de la cama, la planificación de una vida sin planes que no sean vivir la vida de manera personal e intransferible obviando a la sociedad que me rodea, la mediocridad como implantación de futuro, lo soez, la dejadez del ser humano.

¿Para esto hemos, pasado por pestes, guerras, penalidades, padecimientos??

No estoy hablando de política, estoy hablando de un concepto de vida que se quiere imponer y si es que no esta ya impuesto, un concepto cómodo pero de intenciones funestas. No hablo, cuando lo hago no tengo reparos en dejarlo claro, de ningún movimiento político, hablo de lo que día a día veo en cualquier rincon al que miro, en la sociedad en la que convivo.

En el mundo del negocio veo a clientes que aceptan presupuestos inespecíficos, farragosos y fuleros. Y cuando le generas uno lleno de información, desde la cantidad a la calidad, desde la técnica a la formación les crea confusión, cuando debería ser lo contrario.

Veo a padres y madres que protestan, denuncian, insultan? por que su hijo no ha sacado las calificaciones que ellos creían. Padres y alumnos a los que se le había avisado de la falta de trabajo, de la comodidad persistente, del camino equivocado? pero que sólo se dieron cuenta cuando ya no había remedio, cuando todo se había destruido : el proceso y los objetivos.

Amigos, vecinos, conocidos, sociedad en general que como si fuera un espejismo en el desierto buscan agua, buscan una salida y están ahondando en las grandes dunas, que sin remisión los engullirán más pronto que tarde.

La vida no tiene esquinas, es una noria tirada por muchos "burros", unas veces sale agua de un calderín, otras de otro; pero si todos esperan beber sin caminar el agua se queda en el pozo. Y ya sabemos lo que pasa al agua estancada
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