OPINIóN
Actualizado 22/06/2016
Redacción

Aseguran los gurús de la comunicación política que el principal objetivo de los candidatos en un debate electoral seguido por millones de telespectadores no es tanto ganarlo como sobre todo no perderlo. Ese era sin duda la meta que se había trazado Mariano Rajoy en el único debate a cuatro y que, según opinión generalizada, consiguió. Para la mayoría, Rajoy salió vivo de un debate en el que su mayor apuro no lo provocó ninguno de sus adversarios, sino la pertinente pregunta de Vicente Vallés, uno de los moderadores.

Al debate a siete emitido por TVE el PP envió al palentino Pablo Casado, vicesecretario de Comunicación del partido, quien, además de tener toda la telegenia que le falta a Rajoy, se desenvuelve en los platós televisivos con acreditada habilidad y desparpajo. Y ha sido precisamente un exceso de desparpajo lo que le ha jugado una mala pasada.

Casado iba tan sobrado que tuvo la osadía de mostrar a pantalla un gráfico sobre la evolución del gasto social (Educación, Sanidad y Protección Social) durante los años de gobierno del PP con una serie de barras ascendentes que partían de los 180.104 millones de 2011 (último año del gobierno Zapatero) a los 187.211 presupuestados -otra cosa es que luego se gasten- en 2016. Las cifras del propio gráfico -para mayor inri, colgado por el propio PP en Twitter- desmentían esa permanente línea ascendente, ya que el gasto social de 2014 (183.443 millones) y de 2015 (184.227) fue inferior al de 2.013 (184.223).

Tan burda y temeraria manipulación, impropia de alguien a quien "El topillo" tenía por más inteligente, desataba inmediatamente todo un vendaval de críticas en las redes sociales, dejando la credibilidad del vicesecretario de Comunicación del PP casi a la altura de su antecesor en el cargo, el inefable Carlos Floriano.

Al contrario que los otros vicesecretarios del PP, que han hecho campaña de un lado para otro, Casado prácticamente no se ha movido de Ávila, donde en 2011 aterrizó como candidato cunero y ahora es indiscutible cabeza de lista al Congreso. Sin embargo, ayer hizo una incursión en Zamora en la que tampoco estuvo muy afortunado, ya que en su afán por agradar a los zamoranos no dudó en deslizar más de comentario de signo peyorativo hacia Valladolid.

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