OPINIóN
Actualizado 22/06/2016
Juan Antonio Mateos Pérez

Haz de la religión un arma inaccesible para los que indebidamente se apoderan de ella y cuyo propósito es utilizar la religión para fines propios . Ali Shariati Todas las religiones tienen el mismo potencial para desarrollar versiones de teologías progr

Escribimos estas líneas en el "Día Mundial de los Refugiados", un necesario recuerdo a pesar que las instituciones europeas viven de espadas a esta realidad trágica. Un día para hacer visible esta realidad, aunque las ONGs del mundo, así como los Medios de Comunicación, han venido denunciando la ausencia de ayuda y cierre de fronteras, dónde miles de personas se desplazan huyendo de una muerte segura buscando un lugar de paz y acogida para ellos y sus hijos. En este 2016, cada día para muchos ciudadanos, ha sido el día de los refugiados, que ven impotentes como las instituciones europeas siguen con su política de disuadir a estas personas en vez de darles la protección y la ayuda que necesitan. Una política vergonzosa que descansa sobre un pacto entre la CEE y el gobierno de Turquía, donde a cambio de fuertes sumas de dinero y que los ciudadanos turcos viajen a Europa sin visado, se comprometieron frenar y a recoger a los refugiados expulsados. Así están las cosas en Europa, la pregunta es qué pasará en Kenia y en los numerosos campos de refugiados de la pobre África.

Llevamos cinco años de horror en Siria y la comunidad internacional no se ha tomado en serio la protección de la población civil. Se pide desde los diferentes organismos de ayuda como Amnistía Internacional (AI), Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Save the Children y Oxfam Intermón, que tomen medidas para acabar con la impunidad por los crímenes de guerra y lesa humanidad cometidos por ambas partes del conflicto. Las cifras abruman si pensamos que detrás de ellas hay personas que sufren, 250. 000 han perdido la vida, más de 11 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus casas. Unas 500.000 personas están sitiadas dentro de Siria, subrayamos también la utilización de la tortura masiva (el día 26 de junio es el Día Internacional contra la Tortura), crímenes de guerra, así como el desplazamiento de cientos de personas hacia Europa y otros países, nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial.

En España hay 16.400 peticiones de protección internacional pendientes de resolución, en el 2015 lograron el estatuto de refugiado sólo 220 personas y en el 2014 no concedió por razones humanitarias el estatuto a ninguna persona. Los acuerdos de nuestro país con la CEE, donde se comprometía para este año a la acogida de cerca de 16.000 refugiados no se ha cumplido, la pregunta es ¿dónde están estos refugiados? Parece un insulto a la conciencia, ya que se trata de humanidad y justicia. Los diferentes ONGs españolas promueven la campaña Hospitalidad, basada en una cultura de solidaridad e inclusión con las personas inmigrantes y refugiadas. Piden alzar la voz y pedir a los representantes políticos protección y acogida YA. En diez puntos recogen la petición, subrayando que salvar vidas debe ser prioritario, así como abrir vías legales y seguras para dar alternativa a las personas refugiadas e impedir el negocio lucrativo de las mafias, cumplir la reubicación, hacer efectivo el reasentamiento, conceder asilo, respetar la dignidad y los derechos, reforzar la ayuda humanitaria, contribuir a la paz, posibilitar la integración y crear hospitalidad.

Nuestras sociedades neoliberales están dominadas por el concepto de autonomía individual, está tan arraigada esta idea que se ha elevado al principio de verdad. Según esta corriente política, los individuos estarían hechos así mismos, cuyas oportunidades vitales dependen de ellos mismos. Pero esta idea no es más que el producto de una ideología que refuerza el poder dominante en la sociedad, operando como un apoliticismo normativo. Es la forma ideológica de un poder muy concentrado, donde el 1 % de la élite domina al 99% de la población mundial empobrecida. Sabemos nadie en la sociedad depende realmente de sí mismo para las tareas elementales y además no existe autonomía sin condiciones de autonomía y éstas están desigualmente repartidas. Vivimos en una sociedad donde los más presionados para ser autónomos son los que están más privados de serlo. Y lo que es peor, las injusticias sociales y el más injusto sufrimiento humano, no parecen generar indignación moral ni voluntad política para combatirlos de forma equitativa y justa.

Toda esta situación nos mueve a la reflexión sobre los derechos humanos y su hegemonía global. Parece que estamos asistiendo a una fragilidad esos derechos, que están siendo utilizados para reproducir este orden o desorden del neoliberalismo reinante y operante. La mayor parte de la población no constituye el sujeto de los derechos humanos, más bien el objeto de los discursos sobre los derechos humanos. Los derechos humanos tienen una doble genealogía en occidente (B. de Sousa Santos), por una lado una genealogía abisal, que han dividido el mundo desde en sociedades metropolitanas y coloniales. El discurso sobre los derechos humanos estaba destinado a prevalecer a este lado de las sociedades metropolitanas, negando o tapando cualquier discurso emancipatorio. Lejos de desaparecer esta ideología al finalizar el colonialismo político, continúa existiendo a través del neocolonialismo, el racismo, la xenofobia, etc., donde los discursos sobre los derechos humanos han servido para garantizar esta continuidad. A este lado de la línea, tienen una genealogía revolucionaria cuyo origen están en la emancipación de la Revolución francesa y americana en base a la ley y el derecho, que se adecuaba perfectamente al individualismo burgués en auge, inherente tanto a la teoría liberal como al capitalismo.

En nuestras sociedades globalizadas, ante esa ideología que refuerza su poder, se debe luchar por unos derechos humanos contrahegemónicos, basados en la lucha contra el sufrimiento humano injusto concebidos como una realidad amplia y abarcando la naturaleza como parte integrante de la humanidad. El siglo XX, ha demostrado su antihumanismo que ha contribuido a trivializar y silenciar tanta degradación humana causada por la dominación capitalista y por otras formas de dominio conniventes con ella, como son el sexismo y el racismo.

Otra fuente de antihumanismo es la cultura de la llamada "muerte de Dios", centrada en la infinita capacidad humana para transformar la sociedad, hizo a Dios una realidad superflua. Pascal se percató que sin Dios, esa capacidad era potencialmente destructiva, para él constituye la forma más elevada del pensamiento humano. Privar a los seres humanos del pensamiento de Dios equivaldría a privarles del cuidado de los demás seres humanos.

Dios y la religión parecen que están de vuelta en el siglo XXI, pero la forma en la que las religiones y las teologías conservadoras e integristas proliferan hoy vuelve a Dios tan superfluo como el Dios de la modernidad occidental. Aquí queremos subrayar una práctica religiosa y un Dios que se revela en el sufrimiento injusto de los seres humanos, en las experiencias de vida de todas las víctimas, en toda opresión y discriminación. El Dios de la misericordia, el Dios de Jesús, es el Dios que se revela contra el sufrimiento y lucha por una humanidad emancipada y justa. El retorno de Dios sólo puede vincularse con la dignidad humana en diálogo con los derechos humanos, para poder desarrollar prácticas verdaderamente interculturales y emancipatorias.

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