OPINIóN
Actualizado 22/06/2016
Redacción

Parece ser que, además de la limpieza energética, los coches eléctricos no generan ni un decibelio en ruido. Algunos se felicitan por ello. Y en Formentera preparan un desembarco masivo de estos vehículos para que siga siendo la isla pura y preservada de ruidos que pretende ser.

Otros aseguran que estos coches circulando constituyen un peligro para peatones. Y es que no se les oye llegar cuando circulan. Hay quien afirma que atendemos más al oído que la vista para intuir el peligro. Yo lo creo. En la ciudad sobre todo. Un leve ruido nos pone atentos y en guardia. Y el ruido del coche lo identificamos presto. A veces más que verlo. Y saltamos a la acera, o soltamos el móvil de la oreja para evitar el atropello.

Ya he visto algunos de estos coches circulando por la ciudad (taxis en su mayoría) y doy fe que se te echan encima sin apenas notarlos. El último día, en la misma esquina adonde apunta mi portal. Iba a atravesar por el medio borrado paso peatonal con cierta presteza y confianza, y veo aparecer nada más doblar la esquina un coche blanco y silencioso (eso sí, a la velocidad de cualquier auto con motor de gasolina). Me llevé cierto susto. Y eso también, el conductor paró en el paso y respetó mi preferencia de peatón. Luego reflexioné sobre ese hecho. Y atisbé que el peligro ahora venía en silencio. Quizás se puede echar de menos el timbre avisador de las bicicletas de antes (las de ahora o no lo tienen o no lo hacer sonar). Y digo lo del timbre porque es más acorde con un motor silencioso, nada de claxon que nos podríamos asustar. Lo que sí está meridianamente claro es que la embestida descontrolada a un peatón por parte de un automóvil (sea o no eléctrico) te manda al hospital más cercano, o en el peor de los casos al tanatorio.

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