OPINIóN
Actualizado 16/06/2016
Víctor Hernández

Aún recuerdo aquellos días en los que conocí a mi infatigable compañera y es que, a todos nos llegan recuerdos de aquella época en la que empezamos a interesarnos por algún tema en concreto.

En mi caso, cuando era pequeño, mi padre nos despertaba todos los sábados con música clásica en el giradiscos. Era una sensación fantástica y en aquellos años no alcanzaba a imaginar que era algo casi único, algo que no ocurría en todas las casas y que además desataría en mí un interés por saber qué instrumentos sonaban, como se tocaban y algo aún mucho mayor, cómo se hace la música.

Fueron mis primeros contactos con los grandes compositores del clasicismo, y después de esto vendrían momentos de Rock&Roll. Y es que alguno de los discos que también sonaban en aquel salón era Bill Haley & His Comets o Elvis.

La colección de discos de mi padre fue una pequeña vía de escape para mí y en ocasiones los curioseaba y me perdía en sus portadas.

Pero con los años y tras mis primeros intentos por tocar algún instrumento y sobre todo de escribir alguna canción, conocí a buenos amigos con grandes colecciones de discos, a través de las cuales pude ir conociendo otros géneros y así hacerme un esquema mental de la evolución de la música.

Como no podía ser de otra manera mi elección universitaria fue Historia y Ciencias de la Música y a día de hoy soy musicólogo, músico, compositor y letrista, así que creo que mi padre estará de acuerdo conmigo en que, viéndolo así, como se deben de mirar las cosas, desde la distancia, quizá él haya tenido mucho más que ver en todo esto de lo que se imaginaba.

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