Descanse en paz una persona buena y entrañable y, por cierto, muy amante de nuestra ciudad y sus tradiciones
Leo la triste noticia de la muerte de Victoriano Sañudo, persona por la que sentía especial afecto y reconocimiento por haber sido alumno suyo en clases particulares -en su casa de la calle General Pando- de griego, disciplina de la que era un auténtico maestro y donde charlábamos de lo divino y lo humano.
Por ello echo en falta en su biografía que no se mencione que fue por oposición catedrático de griego de nuestro Instituto de Fray Diego Tadeo González.
Además, recuerdo su afición por la música clásica y cuando, como amigo de mi padre, Abraham Cid, iba a nuestra casa de la calle El Rollo, Lorenza Iglesias, a escuchar grabaciones de las sinfonías de Beethoven por quien ambos sentían devota admiración. Eso sí acompañada por una sabrosa merienda de productos de la tierra.