En las últimas décadas la familia española ha sufrido importantes cambios y aunque es verdad que el modelo más tradicional, padre madre e hijos viviendo en un mismo domicilio, sigue siendo el más habitual, ya convive con otros en los que padre y madre no viven bajo el mismo techo. Es el caso de las personas que ponen fin a su relación de pareja teniendo hijos en común.
Mi trabajo como mediador me hace estar en contacto directo con muchas personas que se encuentran en ese delicado proceso de cambio, una las situaciones de más estrés que se pueden llegar a vivir y que en muchas ocasiones no cuenta con la comprensión del entorno, ni tampoco con las herramientas más adecuadas para gestionar todo lo que acontece.
Hay una serie de ideas de las que parten algunas personas que lejos de facilitar un proceso de ese tipo lo entorpecen, una de ellas es identificar la relación de pareja con el concepto de familia, siendo así claramente si la pareja se rompe, la familia también. Una idea catastrofista que hace poco hábiles a quienes tiene que tomar decisiones sobre su futuro y el de sus hijos, ya que se desmorona la estructura que hasta entonces había servido para sentir seguridad a los que cobijaba.
En este campo la mediación se ofrece como una alternativa pacífica en la que las decisiones las toman quienes se separan y no lo hacen otras personas por ellos, en un camino acompañados por un profesional cualificado, imparcial, que no impone sus criterios sino que ayuda a que las partes sean eficaces en la gestión de sus dificultades, resolviendo sus problemas fieles a sus estilos.
Además me parece importante destacar la faceta pedagógica de la mediación cuando esta fórmula se utiliza para decidir cómo cuidar a los hijos en el momento que se deja de ser pareja. El camino de la mediación facilita modificar ideas erróneas para partir de otras más adaptativas a las nuevas realidades, pues que un padre y una madre ejerzan bien sus funciones no depende de que vivan juntos o separados, ni el hecho de estar separados les incapacita para ejercer correctamente el papel que les corresponde respecto a sus hijos, de hecho en muchas ocasiones, una vez separados, se encuentran en mejores condiciones.
Por eso si te encuentras en esa situación o conoces a alguien que pueda estar en ella, invítale a que conozca lo que la mediación le puede ofrecer.