OPINIóN
Actualizado 27/05/2016
Eugenio Sánchez Redondo

La primavera estalla en olores y colores.

Ha sido año de lluvias, nieves y neveros.

La hierba encuentra en la luz su camino. Entre frutales y huerta de siembra.

El cerezo se esfuerza en reverdecer su fruto dolido por las aguas, la patata se perdió anegada y urge una nueva receta. El bicho ataca árbol y hojas, los pájaraos se frotan las alas. Tierra amarga.

El almendro aguarda, la breva despunta, el olivo, la parra, el tomate florean, las varas marcarán su fugaz matrimonio con separación de bienes. Es primavera, semanas noveles aprenden el oficio de sus ancestros al compás del hombre del tiempo. Tierra dulce, fértil, regada con sudor, arada con las manos, sembrada con amor.

Una gata embarazada ronronea al murmullo del agua de Baños de Montemayor, río de Baños.

Detenga el tiempo señora, aquí me quedo, en la tierra de mis abuelos, de mi tío, de mi padre, en el huerto y en la higuera, con esta inútil alergia, con un jergón, un azada, en un valle de silencio con mar de fondo, en esta acuarela de mis entretelas.

A Lua, a Paula.

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