OPINIóN
Actualizado 27/05/2016
Manuel Rodríguez Fraile

Cuentan las leyendas que cuando Peleo, padre de Aquiles, y Tetis, ninfa del mar, decidieron contraer matrimonio, mandaron invitaciones a todos los dioses, pero como no querían tener problemas en un día tan señalado hicieron una excepción. La excepción fue Eris, más conocida como Discordia, dicen que hermana de Ares, dios de la guerra.

Eris, por supuesto se enfadó al no recibir invitación y ni corta ni perezosa se presentó a la hora de la celebración y arrojo sobre la mesa del banquete una manzana de oro con una inscripción tallada "Para la más hermosa". De inmediato Hera, Atenea y Afrodita la reclamaron y comenzaron a pelearse. Tanto se lio la cosa que Zeus tuvo que intervenir, y como no quería tomar partido por ninguna de ellas, encomendó la delicada tarea al príncipe Paris, hijo de los reyes de Troya. Las tres diosas prometieron grandes dones al joven troyano, poder, riqueza, fama, gloria, pero Afrodita hizo la oferta más tentadora: conseguir el amor de la bella Helena. Bueno y todos sabemos la consecuencia, la guerra de Troya.

¿Quién arrojo la manzana que originó estos meses atrás la discordia entre los diputados haciendo imposible la formación de gobierno? ¿Qué estaba escrito en ella? Tal vez "Para el presidente del gobierno"

En estos días se cumple un año de las últimas elecciones municipales y en breve entraremos de nuevo en campaña electoral, cumpliéndose más de un año de comicios de todo tipo, sin solución de continuidad, que finalizaremos, si es que es posible esta vez, con una repetición de elecciones generales que resulta aburrida y agotadora, también económicamente. Y es que de momento no se escuchan mensajes nuevos, todo es más de lo mismo si exceptuamos el pacto Podemos-Izquierda Unida- Equo


En política las formas y las maneras son importantes, pero parece que los candidatos nos están por la labor y continúan con su lenguaje agresivo y en ocasiones mal educado. También los mensajes son necesarios, pero ya se sabe que en campaña todo es posible. Dicen, los aspirantes a presidente, que perciben cierta apatía por parte de los sufridos ciudadanos y para contrarrestarlo adoptan portes de complicidad y cercanía, pero sólo por escasos momentos, después se vuelven a subir a sus tarimas, a sus escenarios y se parapetan tras una muralla de micrófonos para continuar con sus estrategias electorales, estrategias perfectamente definidas por sus gabinetes de comunicación y sus directores de campaña. De sus mentes, desaparecen los deseos y las necesidades de los ciudadanos y su lugar es ocupado por los deseos y las necesidades de su partido.

En mi opinión deberían todos esforzarse más, hacer ofertas novedosas, sorpresivas, impactantes, pero realistas y bien argumentadas. No con datos y más datos, porcentajes y más porcentajes, gráficos y más gráficos, sino ofreciendo soluciones viables, explicadas en un lenguaje sencillo y divulgativo, un lenguaje que todos podamos comprender.

Basta ya que "España se rompe", "partidos bolivarianos" "fuera del PP no hay salvación" "autodeterminación" "corrupción" "tenemos la mano tendida a todos" "gobierno del cambio, de progreso o de estabilidad". Tenemos derecho a que nos digan qué quieren hacer y cómo piensan hacerlo, con eso bastará.

Pero mucho me temo que seguiremos como antes, al menos así apuntan las intervenciones que se escuchan estos días. Por todo esto la pregunta del título tiene sentido ¿Qué hay de nuevo, viejos? Porque ahora todo, los mensajes, las promesas, incluso las caras de los candidatos, todo nos suena ya a viejo, incluso lo que era nuevo hace pocos meses ¿estará la manzana aún fresca?

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