OPINIóN
Actualizado 19/05/2016
Enrique de Santiago

El 15-M fue un movimiento social, ni mucho menos espontáneo, que supo manejar la indignación ciudadana que se asentaba en dos exigencias vitales: la renegación ética de la política y la obtención de una democracia más plural y menos encorsetada que hiciese sentir a los ciudadanos que la política era algo digno, necesario e importante, de donde surge el mantra de "no nos representan".

Un movimiento que aglutinó a todo tipo de personas que clamábamos por la regeneración, democratización de los partidos y por una nueva forma mucho más honrada, seria y cabal de hacer política a la que se iría a servir y no a ser servido o a servirse, eso nos hizo sentarnos en las plazas, (yo, personalmente, estuve sentado en la plaza de la Constitución y/o me acercaba cuando podía).

La simpatía con ese movimiento comenzó a resquebrajarse cuando algo sencillo se convierte en una suerte de instrumentos, medios, sistemas y actuares sorprendentes y antidemocráticos. En esas fechas, acudió a Salamanca Alfredo Dagnino, a la sazón Rector de San Pablo CEU, a una conferencia sobre la imprescindible regeneración y moralización de la política, y cuál no fue mi sorpresa, cuando miembros del movimiento 15-M se presentaron a reventar el acto, un acto que de algún modo pedía lo mismo que ellos, para, además una vez finalizado el mismo, acosarnos, insultarnos, escupirnos y seguirnos desde la plaza de los bandos a la Hospedería de Fonseca. Toda una actuación de lo más democrática, en una postura muy propia de que quien no piensa como yo es un fascista. Ole y ole..

No, los ciudadanos que estábamos, estamos, indignados. No éramos eso, no somos de PODEMOS como partido que se apropia ignominiosamente de ese movimiento, al que manipulan y traicionan. Los que allí estuvimos, desde distintos puntos de vista políticos, con diferentes propuestas, diversas visiones, lo que clamábamos era por una política regenerada, por una nueva forma más transparente y limpia de hacer política, por una política seria, rigurosa, sencilla y cercana al ciudadano, que perseguiría la corrupción y al corrupto y ? de eso, nada de nada. Ni siquiera en PODEMOS, que no sólo se mimetiza con la vieja forma de hacer política, sino que quiere acabar con una democracia, que costó muchos llantos, sudores y sangre, de todos los lados, para implantar los patrones trasnochados felones y totalitarios de la viejísima lucha de clases y la dictadura del proletariado que, al igual que el fascismo, tanta sangre ha costado en el mundo y que habíamos superado ya hacía mucho tiempo. Estos sí que no, no nos representan, por más que se empeñen.

Cinco años después del 15-M, seguimos exigiendo regeneración, limpieza, transparencia, menos gasto político y más justicia social y lo hacemos desde el centro, la izquierda y la derecha democráticos.

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