OPINIóN
Actualizado 17/05/2016
Redacción

La primera generación anual de tijeretas puede permitirnos comprobar que estos insectos tan comunes son capaces de desvelos maternales. Ya han completado el desarrollo las cuernas del venado. El lagarto ocelado persigue a la hembra para copular.

Los anfibios y los reptiles, como es lógico, aprovechan las incrementadas temperaturas para manifestarse por todas las esqui­nas. Ya están fuera todas las especies que no sean de alta montaña. El celo es la tarjeta de visita de varias especies de lagartos, lagartijas y eslizones. Ponen sus blandos huevos la lagartija ibérica, el galápago leproso y varias culebras: la de herradura, lisa europea, de escalera, bastarda y viperina.

En el otro medio, en el líquido, encontraremos las frezas de los barbos, sábalos, alosas, peces gato, piscardos, aspios, tímalos, colmillejas y percas, y pone por primera vez el símbolo chino de lo prolífico que es la carpa, capaz de acercarse cada hembra a los trescientos mil huevos. Puede afirmarse que en las aguas dulces y todavía limpias sucede lo mismo que en las praderas y arboledas: todo está renovándose. Porque a la masiva multiplicación de los peces hay que añadir la mayor aún de los invertebrados acuáticos.

Las ranas, por su parte, derraman risas a todas horas y en todas las charcas no utilizadas por el basurero municipal aparecen miles de huevos.

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