OPINIóN
Actualizado 12/05/2016
María García

En lo que va de año han sido asesinadas 18 mujeres en España por violencia machista, una de las últimas víctimas fue asesinada brutalmente en Salamanca hace tres semanas. Recibió varias puñaladas presuntamente a manos de su expareja. En este caso, como en muchos otros, no se puede argumentar que no se conocían denuncias previas, todo lo contrario, ella se atrevió a dar el paso de la denuncia para que la protegieran, tanto a la policía como a la justicia, incluso participaba en programas de violencia de género. El juzgado de familia impuso medidas de alejamiento a su expareja finalizando el año pasado y que inexplicablemente no se prorrogaron, cuando el perfil de la mayoría de agresores nos demuestra que siguen obsesionados con sus parejas, persiguiéndolas permanentemente hasta conseguir asesinarlas. La prohibición de acercamiento del agresor a la víctima, si bien es importante, no es suficiente si no va acompañado con otras medidas.

Son muchas las preguntas que nos hacemos en torno a este nuevo asesinato. ¿Qué mecanismos y protocolos se han empleado para la protección de la víctima? ¿Por qué no se consideraba a la víctima como de alto riesgo? ¿Dónde se rompió la cadena de protección? ¿A quién hay que pedir responsabilidades? Es evidente que algo ha fallado, tanto en la protección de la víctima como en la valoración de riesgo; resulta indignante que a pesar de denunciar no se haya conseguido salvar su vida. La Ley Orgánica de Protección Integral de Medidas contra la Violencia de Género se desarrolló para proteger a las mujeres y darles cobertura, pero de nada nos sirve hacer leyes si luego no se cumplen o las aplicamos mal.

En la legislatura gobernada por el Partido Popular la lucha contra la violencia de género ha sufrido un retroceso muy importante. Se ha recortado el 22% de las partidas destinadas a este fin, a pesar de seguir aumentando el número de mujeres asesinadas. La falta de compromiso político y presupuestario dificulta abordar con la eficacia y profesionalidad que se requiere la violencia de género. Por lo tanto, es indispensable invertir en educación y prevención, e incidir en una buena coordinación de los sistemas de protección, imprescindibles para eliminar esta lacra de la sociedad actual.

No vale tranquilizar conciencias con momentos de silencios en Plazas y Ayuntamientos de las ciudades, pues, si bien, el acto es, en principio válido, no es suficiente, porque en la mayoría de los casos solo sirve para "lucimiento hipócrita" de algunos cargos institucionales.

Conocemos el diagnóstico del problema pero fallamos en las medidas que tenemos que aplicar, si no aportamos soluciones y medios lo único que hacemos es desviar la atención del verdadero alcance del problema de la violencia de género. La realidad es que las mujeres siguen viviendo en riesgo, y que los fallos en los sistemas de protección permiten que las víctimas sigan desamparadas sobre sus asesinos. El machismo sigue matando, mujeres de todas las edades, niveles económicos, profesiones, religiones y colores.

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