Pudiera ser que en algún remoto lugar de este maravilloso país, con izquierdas y con derechas, con religiosos y con ateos. Con leyes tan discutidas en el parlamento sobre la ley del menor, la educación, la sanidad, lo público y lo privado.
Quizá quede alguna niña que su mamá o sus papás estuvieran malitos. No pudieron cuidarlas y tuvieron que estar en distintas maravillosas familias, en distintos maravillosos centros, con maravillosos profesores, etc. Alguna llegados los quince años tuvo algún niño, otras quizá no lo tuvieron. Siempre hubo muchos profesionales que cumplieron hasta la letra pequeña de la ley, algunas tomaron la comunión y se casaron por la Iglesia, otras no, siguieron los consejos de algunas ONG del tercer sector laicas y aconfesionales.
A unas las convencieron para votar a un partido, otras a otro. Mucha gente las juzgaba y le daba buenos consejos según su ideología y su nivel de vida.
Conocí a algunas, cuánto amor hacia sus niños, hacia sus parejas, hacia sus padres biológicos o adoptivos, hacia sus mascotas, hacia los transeúntes, cuánta admiración hacia quienes decían estar a su lado, cuántas promesas, cuántas esperanzas y cuántos sueños.
Algunas tienen familia y sus hijos tienen amiguitos en el colegio. Algunos van a comedores sociales, a algunos los van a buscar al cole las abuelas, a otros sus papás no pueden porque están en otro sitio y a otros sus tías, sus nuevas familias o los educadores. A otros sus mamás a las que quieren un montón.
Sinceramente pienso que estamos en un país que comparado con Marruecos, Siria, Afganistán, etc. Tiene unas leyes que buscan el bien del menor, la mayoría de las personas y sobre todo las instituciones muestran de cara al público una ternura y delicadeza y sonrisa exquisita ante los niños que no dan mucha guerra.
A veces cuando coincidimos en algunos caminos estos niños, madres, niñas, padres, abuelos, vecinos, etc. A veces pensamos, y creemos estar perdidos, no encontramos el camino de los paraísos de los que nos hablan.
Intentamos cumplir la ley y que nos juzguen en la tele o en las redes sociales. Mientras tanto coincidimos algunos tramos del camino.
Gracias por esos tramos, podéis tener la conciencia tranquila, yo no tanto como los de las distintas ideologías. Me duele la felicidad al lado de mi familia y considero un honor haber participado de momentos tan bonitos de sus vidas.
Permítanme que hoy no hable de política, ni de religión, ni de fútbol.